Columna: Alma Grande Ángel Álvaro Peña www.24-horas.mx
Ricardo Anaya Cortés se fue dos años para alejarse del PAN, no para reflexionar sobre la realidad de México. La lejanía no significa ruptura, sino puente para ser candidato por más partidos además de Acción Nacional.
Asegura que la derrota lo hizo más fuerte, pero no más honesto; sin embargo, hasta ahora sigue siendo un agente de vinculación de la oposición. Su ausencia en la política habló más bien que mal del queretano y no se descarta que llegue con la promesa de publicar un libro con la intención de unir a la oposición, donde no haya partidos sino personajes que puedan orientar la inconformidad que no ha logrado concentrar unidad ni lograr una cohesión sólida.
Es decir, el viejo intento de los partidos PAN y PRI para llegar en coalición a la Presidencia de la República, podría concretarlo, o por lo menos intentarlo, Ricardo Anaya. Esto podría ser una especulación, pero no por ello está fuera de toda posibilidad, sobre todo si vemos que más de un político menosprecia la memoria de los mexicanos.
Lo que es cierto es que el excandidato panista a la Presidencia de la República ha sido mencionado por el exdirector de Pemex, Emilio Lozoya Austin, como una de las 70 personas con muchas posibilidades de ser citado por la Fiscalía General de la República para que aclare que le fueron entregados más de ocho millones de pesos para convencer a sus correligionarios para que votaran a favor de la Reforma Energética.
Lo cierto también es que Ricardo Anaya dejó al PAN como segunda fuerza electoral, posición que difícilmente lograría ese partido si las elecciones fueran hoy. El PAN ha recibido más reveses por las declaraciones de su líder nacional que por su trabajo legislativo, caracterizado por las agresiones y las descalificaciones carentes de propuestas.
Si el libro de Anaya, que está por aparecer, logra concretar aunque sea una propuesta congruente y, sobre todo diferente a las que presentó durante sus desafortunados debates televisivos, puede superar la adversidad y convertirse en un líder opositor con fuerza. Esto no quiere decir que pueda ganar las elecciones, pero sí que logre fuero y que se convierta en contrapeso político y legislativo de la actual administración.
Dos años después es el tiempo para que, según Ricardo Anaya, la gente olvide todo lo que ahora considera como errores y de los que parece está arrepentido. Esto habla también de su militancia panista seguramente, a la cual debe renegar ahora, luego de que peleó su dirigencia nacional a golpe de traiciones hasta que llegó a ser su cabeza.
Para muchos el ideal líder de una oposición sin cabeza es Ricardo Anaya, y esto explica que haya exlíderes de diferentes partidos que visitan las sedes de sus antiguos contrincantes, porque no era raro ver a morenistas en el PRI y a priistas en el PAN. Ricardo Anaya busca no sólo impunidad, también liderazgo.
PEGA Y CORRE. – El INE y el Tribunal Electoral tienen cada vez más injerencia en las elecciones internas de Morena, entre disposiciones de uno y fallos del otro, van delineando un candidato y un estilo político del partido en el poder…