Columna: Seguridad y Defensa. Carlos Ramírez. www.24-horas.mx
Aunque están en los datos oficiales, por alguna razón las autoridades de seguridad no han difundido como resultados las cifras de afectación que han sufrido las bandas delictivas y los cárteles del crimen organizado. Son cifras menores a las de los sexenios anteriores en los que se privilegió la guerra, pero de muchas maneras indican que sí hay acciones contra los delincuentes.
En resumen, los datos son los siguientes en el periodo enero-mayo:
2 mil 644 detenidos.
Decomiso de 8 mil 566 vehículos terrestres.
Decomiso de 15 aeronaves.
Decomiso de 18 embarcaciones.
Decomiso de 3 mil 199 armas de fuego.
Decomiso de 483 mil 943 cartuchos.
Decomiso de 10 mil 45 cargadores.
Decomiso de 2 mil 134 granadas.
Decomiso de 4 millones 477 mil 267 dólares.
Decomiso de 56 millones, 81 mil 51 pesos.
Destrucción de 20 laboratorios.
Ocupación de una pista de aterrizaje.
Y 364 mil kilos de derivados de drogas químicas que están matando a los estadounidenses drogadictos.
Los datos, incluidos en el informe de mayo de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, revelan los resultados de la estrategia de seguridad que, hay que recordarlo, supervisa personalmente todos los días el Presidente de la República de 6 a 7 de la mañana.
Por eso el secretario Alfonso Durazo Montaño pudo presentar su informe en Palacio Nacional con un dato que no debe desdeñarse: las cifras absolutas de homicidios dolosos del Gobierno actual están por debajo de los 3 mil 74 mensuales de mediados de 2018 y con una tendencia leve, pero al parecer consistente de desaceleración.
ZONA ZERO
Si todo parece indicar que las autoridades de seguridad van por Ovidio Guzmán, el arrogante hijo de El Chapo, para entregarlo a EU, entonces podría explicarse una de las muchas razones del Gobierno federal para asignar las fuerzas armadas a labores de seguridad pública. Ovidio es una espina clavada en el costado del Estado mexicano.