Columna: Seguridad y Defensa. Carlos Ramírez. www.24-horas.mx
Luego de haber visto su arrogancia y violencia superior desde el poder criminal, José Antonio Yépez El Marro aparece hoy exigiendo respeto a sus derechos humanos. El día de su arresto encontraron en su casa a una persona secuestrada con huellas de castigo y agresión.
Pero el problema de fondo no radica en la hipocresía de los delincuentes cuando pierden la batalla ante la seguridad, sino la acreditación de responsabilidades delictivas probadas y la sentencia a castigos equiparables a sus delitos.
Hoy El Chapo causa lástimas y su madre suplica ayudas para regresarlo a prisiones mexicanas, cuando aquí dejó dos humillaciones a la seguridad con fugas que mostraron el desprecio a la autoridad. Y El Chapo no fue sólo narco, sino que ordenó decenas de muertes.
La justicia se creó para igualar circunstancias de fuerza. En un asesinato no se puede revivir a la víctima, pero sí se puede castigar al victimario con sentencias equiparables al delito. Y con los castigos se pone un precio a los delincuentes que quieran seguir el camino de la violencia criminal.
La limpia de los cuerpos federales de seguridad que emprendió como tarea el secretario Alfonso Durazo Montaño era indispensable y urgente. Y de ahí debe extenderse a los organismos encargados de la impartición de justicia, porque los ministerios públicos y jueces a veces están más al servicio de los delincuentes que de la sociedad que necesita que los castigos legales formen parte de la reforma de seguridad.
El juicio contra El Marro va a probar si la estructura de impartición de justicia tiene la voluntad de colaborar en la lucha contra la inseguridad o seguirá siendo la puerta de salida de delincuentes reconocidos.
La captura de El Marro debe llevar a la limpia del Estado de la corrupción delictiva que forma parte de la severa crisis de inseguridad pública.
ZONA ZERO
Algunos indicios de seguridad hablan ya de varias facciones del Cártel Jalisco Nueva Generación para operar sobre objetivos diferentes, desde el narco hasta la venta de protección.
Pero la parte más preocupante es la forma en que ese grupo ocupa estructuras de Estado para ponerlas a su servicio, con la complicidad de funcionarios de esas instituciones. Hasta ahora no se han revelado los cómplices funcionarios, políticos y miembros de cuerpos de seguridad que formaban parte de la banda de El Chapo.