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viernes 22 noviembre 2024

“La verde amarilla no nos representa”: Lanzan una campaña para cambiar la camiseta de la selección brasileña tras apropiársela la extrema derecha

Los impulsores abogan porque se vuelve a lucir la camiseta blanca y azul, utilizada antes de 1950, y que a su juicio representa “la paz y serenidad” que necesita Brasil.

actualidad.rt.com       Foto: Ueslei Marcelino/Reuters

Cuando en 2018, Jair Bolsonaro, entonces candidato a la presidencia, fue apuñalado en un acto de campaña, llevaba la camiseta verde amarilla de la selección brasileña de fútbol. 

El fútbol en Brasil es religión y su camiseta un símbolo dentro y fuera de sus fronteras. Por eso, que la extrema derecha se haya apropiado de esta prenda ha supuesto una ofensa para muchos. Tanto es así, que se ha iniciado una campaña, todavía sin nombre, para cambiar el color de la camiseta de la selección.

“Bolsonaro se apropió de la camiseta como símbolo de su campaña, por eso en 2018 cuando sacamos la última edición de nuestro libro, mucha gente nos decía: ‘Yo no voy a usar la camiseta amarilla porque no voto a Bolsonaro'”, afirma en una entrevista a RT João Carlos Assumpção, periodista, coautor de ‘Deuses da Bola [Dioses del Balón]’ e impulsor de la campaña.

“Trauma nacional”

La iniciativa aboga porque la camiseta vuelva a lucir el color blanco y azul, del que ya hacía gala antes de 1950. El motivo por el que la camiseta blanca pasó a ser amarilla se remonta a la Copa del Mundo de 1950, cuando Brasil perdió en el estadio de Maracaná ante Uruguay.

El trauma nacional fue enorme y se extendió el rumor de que la camiseta traía mala suerte. La selección comenzó a jugar entonces con la amarilla y pasó a ser conocida como ‘canarinha [de canario]’. Brasil ganaría después cinco Copas del Mundo, cuatro de amarillo y una de blanco, en Suecia (1958), Chile (1962), México (1970), EE.UU. (1994) y Corea-Japón (2002).

Assumpção explica que en 2016, cuando se iniciaron las protestas contra la expresidenta Dilma Rousseff y el Partido de los Trabajadores (PT), los manifestantes salían a las calles portando la amarilla bajo el lema: “El rojo [color del PT] no nos representa”. La célebre camiseta comenzó a tener una fuerte connotación política.

El escritor, que ha estado presente en cinco Copas del Mundo, cinco como periodista y una como hincha, recuerda la época en la que la camiseta representaba la “identidad de Brasil, la samba, el carnaval y la alegría de los brasileños”.

Tras la elección del ultraderechista como presidente de Brasil, el vínculo de la amarilla con la ultraderecha se fortaleció. Y ahora, durante la pandemia, cuando simpatizantes del mandatario han protagonizado varias protestas antidemocráticas a favor del cierre del Congreso y de la Corte Suprema, siguen usando ese color de camiseta.

Por eso, Assumpção considera que es el mejor momento para lanzar una campaña e intentar cambiar la camiseta de la selección, también denominada “la Verdeamarela”.

“Quiero mostrar que no todos los brasileños piensan como el presidente de la República, que hay oposición. Para mí el blanco representa paz y el azul, serenidad. Ambas cosas que necesitamos en Brasil”, explica el periodista, consciente de que se trata de una meta difícil de alcanzar y de que muchas personas no están a favor porque consideran que es necesario “rescatar” la amarilla.

Folha de S. Paulo, uno de los principales diarios de Brasil, impulsó recientemente una campaña en defensa de la democracia. Bajo el lema “#UseAmarillo por la Democracia”, la campaña se inspiró en la movilización Directas Ya, que en 1984 reivindicó el derecho de los brasileños a elegir presidente por voto directo y cuyo color era el amarillo. Otros movimientos en defensa de la democracia como “Estamos Juntos” también han adoptado el amarillo para representarles.

“Yo creo que no es la solución, porque si alguien va de amarillo durante una manifestación le identificas con Bolsonaro y con la historia de la derecha. Por eso sugiero el blanco y azul”, considera Assumpçao, quien definitivamente ya da por perdida la amarilla.

A juicio del periodista, pasaran años hasta que se pueda recuperar. “En este momento de pandemia, con este caos político, económico y sanitario, sin ministro de Salud y con más de 75.000 muertes, necesitamos otro rumbo, una tercera vía, que pasa por el blanco y azul”, concluye.

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