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viernes 22 noviembre 2024

Temen al coronavirus, pero salen a ganarse el pan

Pese a la pandemia de Covid-19, en México los trabajadores están y seguirán sus labores. Pueblan las calles casi desiertas. Algunos con miedo y resignación, otros incrédulos.

Forbes México.     Foto: Gustavo Durán.- Tras la instauración de la contingencia epidemiológica por el COVID-19, por lo que miles de negocios del sector restaurantero hacen uso de los repartidores de comida.

Notimex.- En toda crisis hay héroes, la mayoría anónimos. Pese a la pandemia de Covid-19, en México los trabajadores están y seguirán sus labores. Pueblan las calles casi desiertas. Algunos con miedo y resignación, otros incrédulos. Pero todos cumplirán con su deber.

Entre esos valientes desconocidos está el personal del servicio de limpia. Conscientes de que su labor es indispensable en el frente contra la nueva cepa de coronavirus. Uno de ellos asevera que si dejan de hacerlo, la Ciudad de México colapsaría.

Trabajadoras del sector, adscritas a la alcaldía Azcapotzalco afirman a Notimex que si paran su labor, la pandemia se extenderá por toda la capital mexicana.

Notimex-Isaac Esquivel.- La actividad en la capital, específicamente el sector restaurantero, es casi nula, tras la instauración de la contingencia epidemiológica por el Covid-19.

Desde el camellón del Eje 3 Norte Camarones admiten que tienen miedo de contagiarse del “bicho”, pero si paran “la ciudad se caería”, por la ingente cantidad de basura que arrojan los habitantes, ya sea al caminar o desde sus autos, además de las heces que los dueños de mascotas no recogen de las áreas verdes.

Sus implementos de batalla están completos: guantes, uniformes, botas, escobas, transiconos, costales para depositar la basura, palas, motosierras, carretillas, lo necesario para presentar combate a ras de suelo.

Mientras, en los pasillos semi vacíos del Metro, personal de mantenimiento también tiene miedo, se nota en las ligeras expresiones que no controlan. Admiten la zozobra pero “no hay de otra”.

“¿Si no salimos a buscar el sustento quién nos va a dar de comer? nosotros vamos al día, aunque tengamos miedo, ¿quién nos va a llevar el sustento a la casa?”, comenta una empleada de alrededor de 50 años en la estación Deportivo 18 de Marzo de la Línea 3 del Metro.

Y enfatiza, “si no hacemos nuestra chamba, la gente va a seguir pasando, pero ahora sobre lo sucio”.

Notimex-Susana Gi.- La actividad comercial en las calles y avenidas del Centro Histórico es casi nula, tras la instauración de la contingencia epidemiológica por el Covid-19.

Mientras, en la estación Tlatelolco un joven de 35 años cuenta que barre pasillos, porque las otras dos “chambas” que tenía, en organización de espectáculos y como repartidor, cerraron por la crisis sanitaria.

Ambos siguen su trajinar diario, no les han dicho si dejarán de laborar cuando las autoridades aumenten la contingencia a fase 3.

En contraste, hay algunos de ellos que no creen en la realidad del virus. Tal es el caso de una oficial (de unos 25 años) de la Policía del Transporte Público, entrevistada en los pasillos de la estación Zócalo de la Línea 2 del Metro.

“¿Cómo si bajó la gasolina es que aparece un nuevo virus? Primero dicen que sí y a la mera hora que no”, cuestiona tras soplar silbato para que avancen los usuarios; ella comparte a Notimex que entró a la corporación hace casi tres años.

Señaló que seguirá cuidando a la gente pese a todo, aunque sí protege su salud con las medidas preventivas: aplicación de gel antibacterial cada 15 minutos, pero se niega a usar el tapabocas, pues le complica usar el silbato, además “de nada sirve”, acota.

Notimex-Gustavo Durán.- Tras la instauración de la contingencia epidemiológica por el Covid-19, por lo que miles de negocios del sector restaurantero hacen uso de los repartidores de comida.

A ras de asfalto, ruleteros de un sitio de taxis en avenida Universidad, casi cruce con Río Churubusco, a las afueras de una plaza comercial en la alcaldía Coyoacán lo dicen sin tapujos: tienen miedo de contagiarse al salir a “chambear”.

“Sí nos da miedo, pero también tenemos hambre y necesidad”, confía un trabajador del volante, a quien el día le ha pintado mal, con pocos viajes, y aún no sabe cómo le hará para pagar la mensualidad de su auto que todavía debe a la agencia.

“¿Si nosotros no trabajamos quién nos da de comer?”, enfatiza uno de sus compañeros, y no dice ni una palabra más.

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