Columna: Seguridad y Defensa Carlos Ramírez
@carlosramirezh / seguridadydefensa@gmail.com
En el sentido de darle continuidad a su prioridad de colocar a las organizaciones criminales transnacionales –léase cárteles mexicanos del narcotráfico–, el presidente Joseph Biden firmó el pasado 7 de julio un documento oficial para relanzar la orden ejecutiva de Obama en 2011 y de Trump en 2019 de perseguir a esas células delictivas dentro y fuera de Estados Unidos.
El documento clave es la orden ejecutiva 13581 del 24 de julio del 2011 firmada por el presidente Obama para caracterizar a los cárteles mexicanos en EU como una violación de la seguridad nacional, la salud y la estabilidad interna, aunque circunscribió entonces el objetivo a 4 grupos delictivos: el Círculo de los Hermanos (mafia rusa), la Camorra (italiana), la Yákuza (Japón) y sólo Los Zetas mexicanos. Biden no agregó, hasta ahora, algún otro nombre, pero la comunidad de los servicios de inteligencia y seguridad nacional tiene en la mira al Cártel Jalisco Nueva Generación, al Cártel del Chapo y sus hijos y a las células de Los Zetas dentro del territorio estadounidense.
La orden ejecutiva de Biden decreta una emergencia nacional por cárteles mexicanos y representa un paso más de la Casa Blanca para reactivar la persecución dentro y sobre todo fuera de EU de los cárteles mexicanos que han aumentado su actividad en territorio estadounidense por corrupción de funcionarios americanos. Biden envió una carta a su Senado para informarle de su decisión.
A partir de la orden ejecutiva del presidente Biden, la agenda de seguridad y crimen organizado se coloca como el asunto número uno de interés de la Casa Blanca, inclusive por encima del problema migratorio y de las demandas por violaciones al tratado comercial en tribunales comerciales.
Lo que viene es una nueva ofensiva de penetración de EU en México para obligar a Palacio Nacional a perseguir y liquidar a capos y cárteles.
ZONA ZERO
La decisión ejecutiva de Biden será un factor de presión geopolítica de Washington hacia la estrategia mexicana de construcción de la paz, basada en la no persecución de capos y cárteles y en el énfasis al apoyo social y al desarrollo económico.
Con la orden ejecutiva, Biden no necesitará negociar algún acuerdo especial con México y el documento le alcanza para aumentar de manera unilateral la penetración de cuerpos de seguridad estadounidenses en territorio mexicano.