Columna: Seguridad y Defensa Carlos Ramírez
@carlosramirezh / seguridadydefensa@gmail.com
El tema de la migración ya no es ideológico o político, sino de posición geográfica y de fatalidad económica: la reactivación productiva no llegará a México ni a América Latina, y la Casa Blanca quiere desde ahora comprometer a México para evitar presiones humanas en sus fronteras del Río Bravo.
En este sentido, el Gobierno del presidente Joseph Biden es igual al de Trump: no tiene margen de maniobra para pensar en los demás, y no quiere verse invadido por la fuerza por migrantes violentos. Trump usó la amenaza de aranceles de castigo si México no detenía el flujo de Centroamérica, y Biden envía a su funcionaria de alto rango del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca.
El mensaje final está claro: Centroamérica carece de destino político; es la suma de países sin tradiciones democráticas, corroídos por la corrupción y en manos de bandas criminales de todo tipo.
A ello se agrega una caída económica por la pandemia y la falta de opciones para resistir y salir de ella.
Biden apartó cuatro mil millones de dólares que de nada sirven, y México ha enviado muchos millones también sin supervisión en su uso claro. El problema es de actividad económica, de inversión productiva extranjera y de mercado de exportación.
Y el tema grave de seguridad tampoco es visto con interés por México y EU, a pesar de que las bandas son transnacionales y empujan a la gente a cruzar México rumbo a territorio estadounidense.
El problema radica en el hecho de que la zar estadounidense de la frontera, Roberta Jacobson, sabe de estas realidades porque fue embajadora en México, pero no se conoce iniciativa alguna; esta semana vino en calidad de policía migratoria de la Casa Blanca.
Al final, México será la migra de la casa Blanca mientras no defina una propuesta de fondo.
ZONA ZERO
En correspondencia con la estrategia burocrática de la Casa Blanca, México carece de un zar fronterizo con oficinas en Palacio Nacional o en la Torre de la cancillería. Y n8o se trata de crear burocracia, sino de construir una oficina de administración de quejas para que no lleguen directamente al Presidente o al canciller. A Jacobson le conviene aparecer junto a Marcelo Ebrard o al presidente López Obrador, pero a éstos no les sirve de nada estar con Jacobson.