Columna: Seguridad y Defensa Carlos Ramírez
@carlosramirezh / seguridadydefensa@gmail.com
Al final de cuentas, el Padrón Nacional de Usuarios de Telefonía Móvil debe preocupar a la criminalidad que se oculta en el anonimato para usar ese servicio en sus fechorías. Las posibilidades de usar ese sistema como mecanismo de control social y político e ideológico son menores a los beneficios de cortarle su red de comunicaciones a los delincuentes.
La credencial de elector es un padrón de identificación fuera del control de seguridad de la identidad. El propio INE ha sido atrapado violando la secrecía de ese documento para algunos de sus expedientes pendientes, sin pasar por las reglas de acceso. El padrón electoral basado en la credencial está en manos de los partidos y ha sido vendido para razones comerciales.
En este sentido, el PANAUT es apenas un paso en los sistemas de seguridad del Estado para asumir el control de las comunicaciones para la delincuencia. Costó esfuerzo y dedicación llegar en México a una Ley de Seguridad Nacional en 2005 y a las intercepciones telefónicas como mecanismo de lucha contra la delincuencia y hasta ahora son los civiles quienes interfieren comunicaciones por razones políticas y sociales.
El asunto de rasgos biométricos ya funciona sin control. Los que llegan a edificios importantes tienen que dejar su credencial y ser fotografiados, sin que haya una ley que lo prohíba. Por tanto, el PANAUT debe ser el primer paso para una estructura de seguridad para cerrarle la puerta de la tecnología a la delincuencia.
La regulación y el control de los servicios de telefonía móvil debe formar parte de una estrategia mayor: la construcción, adelantada como compromiso, aunque retrasada en la realidad, de un sistema nacional de inteligencia como escudo de defensa del Estado y de la sociedad ante los embates de organizaciones criminales, terroristas e inclusive el espionaje externo.
ZONA ZERO
El gran avance del Gobierno del presidente López Obrador, en medio de un debate de pasiones más personales que institucionales, ha sido la construcción de un sistema de seguridad pública en el escenario de la seguridad interior y con la participación militar por las derivaciones de seguridad nacional. El gran instrumento articulador sería una ley de seguridad interior. Sin un escudo propio de seguridad nacional, México seguirá dependiendo del padrinazgo de EU.