Columna: Teléfono Rojo José Ureña www.24-horas.mx
El gabinete del pasado repasa lista.
Se ha catalogado a los exfuncionarios de Enrique Peña Nieto según su comportamiento ante la persecución del actual Gobierno y las cuentas son muy disímbolas.
Demos nombres:
Al frente aparece Luis Videgaray, considerado casi todo el sexenio anterior como el vicepresidente de facto y dueño de finanzas y arreglos.
Es decir, quien quería recursos debía recurrir a él.
Quien deseaba contratos, él era la llave de acceso.
Quien autorizaba contratos de cualquier signo, cuestionable o no según las normas administrativas, era él a petición de parte.
Todo, dicen quienes buscaban acceso a Los Pinos, lo resolvía el secretario de Hacienda y Crédito Público en la primera parte del sexenio y secretario de Relaciones Exteriores al final.
Nada escapaba a su vista, a su gestión, a su trámite.
Su palabra, y no siempre su firma, eran autorización y clave de impunidad si eran asuntos auditables o giros cuestionables como la llamada estafa maestra, por la cual paga sin juicio Rosario Robles.
ABANDONO DE VIDEGARAY
Pero las pesquisas ya rondan a Luis Videgaray.
Quienes lo conocen hablan de una circunstancia:
Con Donald Trump se sentía seguro porque tenía de respaldo a Jared Kushner, el yerno del magnate con quien guarda una magnífica relación.
Pero como perdió el republicano ante el demócrata Joe Biden, ahora ni Trump ni Kushner tienen influencia en la Casa Blanca para gestionar con México o darle protección diplomática en Estados Unidos.
La suerte de Videgaray está por verse, pero por ahora se siente en desgracia y con riesgo de persecución si alguno de los exfuncionarios investigados da pormenores de su participación por acción u omisión.
Diferente situación vive Aurelio Nuño, jefe de la Oficina de la Presidencia en la primera parte de Enrique Peña Nieto y luego secretario de Educación Pública.
¿Por qué?
Porque supo establecer relación con el actual Gobierno e inclusive aportó información –el vehículo sería Julio Scherer Ibarra, consejero jurídico de la Presidencia de la República- para anular la reforma educativa de Peña Nieto.
ROBLES, COLLADO, MURILLO
Hay otras opiniones sobre expeñistas.
El más descalificado es Emilio Lozoya, exdirector de Petróleos Mexicanos (Pemex), porque involucra a diestra y siniestra en su afán de salvarse de procesos por corrupción absolutamente personal y mala administración.
No es el caso de Juan Collado y Rosario Robles.
A pesar de las presiones legales y extra legales, el abogado no ha señalado a nadie por recursos supuestamente lavados a la clase política priista.
Esto es sumamente valorado tanto por Enrique Peña Nieto como por Carlos Salinas de Gortari, quien está pendiente de su proceso.
Tampoco se ha rendido la exsecretaria de Desarrollo Social y de Desarrollo Territorial y Urbano, cuyo proceso está plagado de irregularidades desde su retención judicial.
Otro perseguido poco mencionado es el exprocurador General de la República Jesús Murillo Karam, a quien un día sí y al siguiente también le piden información sobre el crimen masivo de Ayotzinapa.
Está enfermo, muy lastimado y con un equipo de abogados al cuidado de su defensa, pero no se ha doblado y sigue enhiesto cuando viene lo peor de la persecución.