La alarma en el Mar Báltico se encendió tras la aparición de fugas de gas de los gasoductos rusos, unas infraestructuras clave en mitad del conflicto entre Rusia y Ucrania, que augura una grave crisis energética por la falta de suministro a todo el continente.
La Marina sueca dio a conocer las dos fugas en el Nord Stream 1, tan solo un día después de otra en el Nord Stream 2, a poca distancia del primero. Esto hizo que Dinamarca acotase una pequeña zona de exclusión aérea, y se ha restringido la navegación en un radio de cinco millas.
El primer ministro de Polonia, Mateusz Morawiecki, ha sido el primero en hablar abiertamente de sabotaje, acusando a Moscú de poner en riesgo la seguridad energética de todo el continente. Todo esto semanas después de que Rusia redujese de manera drástica el suministro de gas a Europa en respuesta a las sanciones económicas que Occidente le ha impuesto por la invasión de Ucrania.
“Hoy nos enfrentamos a un acto de sabotaje. No conocemos todos los detalles de lo que ha ocurrido, pero vemos claramente que es un acto de sabotaje relacionado con el próximo paso de la escalada de la situación en Ucrania”, dijo.
Por su parte, el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, califico los incidentes como “una noticia muy preocupante. De hecho, estamos hablando de algunos daños de naturaleza poco clara en el oleoducto en la zona económica de Dinamarca”. En el momento de las fugas ninguno de los dos oleoductos estaba bombeando gas a Europa, pero los incidentes únicamente alejarían la posibilidad de que Rusia pueda volver a restablecer el suministro de gas hacia Europa antes de que empiece el invierno.