Milenio/Rafael Montes y Mario Flores
Durante la pandemia, Rafael Solís cambió de giro: pasó de ser un hotelero a anfitrión en Airbnb. Ahora tiene un edificio de habitaciones en la Quinta Avenida, el corazón de Playa del Carmen. “La nueva modalidad de los trabajadores es ser ‘nómada digital’, es decir, gente que estaba laborando remotamente en la pandemia y que decidió moverse continuamente para trabajar en un destino turístico a distancia”, contó el empresario. Encontró en este segmento de mercado una oportunidad para seguir captando turistas.
Y es que la plataforma Airbnb ya tiene 22.5 por ciento de la oferta de habitaciones en Quintana Roo. Estadísticas de la Secretaría de Turismo del estado dicen que, al cierre de 2021, hay 107 mil 128 cuartos de hotel, mientras que el portal Airdna destaca que Airbnb ofrece 31 mil 134 alojamientos.
A nivel municipal el hospedaje de la plataforma digital domina en Tulum con 43.5 por ciento de las habitaciones disponibles, mientras que en Bacalar tiene 43 por ciento y en Lázaro Cárdenas, donde se encuentra la isla de Holbox, representa 35.5 por ciento. En Tulum, donde se vive un boom en el desarrollo de hoteles e inmuebles habitacionales, hay 8 mil 138 cuartos de hotel, pero compiten con 6 mil 260 alojamientos de Airbnb. Otra zona de la Riviera Maya con mayor presencia de rentas por internet es Isla Mujeres, donde representan 31.6 por ciento de la oferta, seguido de Playa del Carmen con 21.8 por ciento; Cozumel, 19.8 por ciento y Cancún, 19.4 por ciento.
Finalmente, en Puerto Morelos, municipio de reciente creación, la plataforma digital ocupa 12.7 por ciento de la oferta de hospedaje y en Chetumal, la capital del estado, 10.2 por ciento.
El caso de Tulum
En los últimos años, el municipio de Tulum ha tenido un desarrollo inmobiliario exponencial. La Asociación Mexicana de Profesionales Inmobiliarios (AMPI) reveló que en tan sólo un año, de 2020 a 2021, el número de desarrollos habitacionales se multiplicaron al pasar de 123 en mayo de 2020 a 625 en julio de 2021, según estadísticas citadas por medios locales.
Al respecto, David Ortiz Mena, presidente de la Asociación de Hoteles de Tulum, explica que, a diferencia de otros destinos del Caribe mexicano, el municipio no es un destino turístico planificado, sino que surgió casi de manera espontánea.
“Y por esta falta de planeación, ha tenido un crecimiento complicado. Nos hemos visto en una situación compleja para dar sustentabilidad a la tasa de crecimiento que hemos venido teniendo y esta situación, cada vez se ha ido exasperando y cada vez ha sido más complicado dar los servicios necesarios para el número de visitantes que recibimos”, dice.
La pandemia ayudó Rodrigo, un anfitrión de la plataforma Airbnb que ofrece cuatro departamentos en Tulum, explica que la pandemia ha contribuido al crecimiento de esta modalidad de hospedaje en ese destino, en donde, además, en estos tiempos, mucha gente quiere comprar una propiedad para incursionar en este tipo de servicios.
“Empezó a tener muchísima demanda en la pandemia, muchísima gente quiere ir a trabajar a Tulum, por alguna razón se quieren ir a la playa y estar allá, entonces ‘bookean’ para, generalmente, estancias largas… Nos caen muchísimas reservaciones por dos meses o por un mes completo y muchos son extranjeros, de Europa”, platicó.
La gran ventaja, comentó, es el precio tan bajo que se puede cobrar por una estancia en un departamento. “En comparación con un hotel, los departamentos de Airbnb son baratísimos, o sea, como que el precio promedio para un departamento de 7 personas con alberca privada ronda entre los 3 mil y 4 mil pesos, cuando eso en un hotel sería mil veces más caro”, añadió.
Con él coincide el empresario de Playa del Carmen que cambió de giro. Rafael Solís afirmó que las ventajas de ser Airbnb son muchas frente a lo que implicaba ser hotelero. “Las comisiones, comparadas con otra agencia de viajes en línea, son mucho menores. Y la comunicación entre huésped y anfitrión es muy estrecha. Es lo que me ayudó a atraer a más huéspedes por estancias prolongadas con descuentos atractivos porque la tarifa era atractiva y la gente estaba muy desconfiada de retomar actividades o tomar vacaciones o trabajar remotamente por los protocolos de seguridad y las olas de contagio”, dijo.
“Una habitación de hotel que aproximadamente cuesta dos mil pesos, alguien puede encontrar un alojamiento de Airbnb en la zona, por menos de la mitad, en 800 o 900 pesos”, añadió. Y ante la emergencia sanitaria y la caída de la actividad comercial, Solís dice que tuvo que aceptar las ofertas que Airbnb le proponía.
“Antes, una tarifa de una habitación que yo tenía en mil pesos, Airbnb me sugiere, durante la pandemia ‘réntala en 400’, una diferencia de 60 por ciento. Y para que yo tuviera tráfico y estar saliendo con gastos, tuve que rentarlas en 400 pesos”, comentó.
Preocupación
A Ortiz Mena le preocupa el crecimiento que el Airbnb ha tenido en Tulum, no porque signifique una competencia a los hoteles, sino porque las condiciones en que se ofertan esas habitaciones, en ocasiones, generan una mala imagen al destino que está de moda a nivel mundial.
“Hemos visto ofertas de Airbnb hasta en zonas de invasión, zonas que no tienen servicios públicos urbanos. Desde luego, preocupa. Cuando le sucede algo a un turista, no se dice ‘le pasó eso, pero se quedó en un Airbnb por allá’. Tiene el potencial de afectar la imagen del destino y esto sí preocupa mucho”, dijo.
Además, considera que la violencia y el narcomenudeo que ya afectan a Tulum pueden tener una relación con el boom del Airbnb en ese sitio.
“Todo esto viene a raíz de una demanda, desde luego que si nadie comprara esa droga, no tendríamos esta secuencia de problemas. En el caso de Tulum, me parece importante que esto nos haga reflexionar el tipo de turismo que estamos impulsando. Es decir, si uno le apuesta al turismo de fiesta y demás, lógicamente tiene consigo ese tipo de consecuencia. Si por el otro lado, buscamos impulsar turismo deportivo o de descanso, de bienestar, gastronómico, cultural, me parece muy difícil que permee ese tipo de ambiente”, opinó.