- Ciudadanos provenientes de Venezuela, Haití y El Salvador, principalmente, entre ellos mujeres, niños y recién nacidos, comenzaron a cruzar ayer el río Bravo, en Matamoros, Tamaulipas, pese al riesgo que implican la proliferación de lirio y las fuertes corrientes.
Matamoros, Tamps
En su desesperación por obtener asilo humanitario de Estados Unidos, cientos de migrantes han comenzado a cruzar el río Bravo a nado y en inflables hacia Brownsville, Texas; mientras, otros se aglomeran en torno al puente internacional para exigir al gobierno del país vecino que atienda su petición.
En Matamoros hay alrededor de 10 mil indocumentados que pretenden cruzar a territorio estadunidense; provienen de Venezuela, Haití y El Salvador, entre otros países; dejaron sus hogares por pobreza o violencia.
Llegaron a esta frontera en espera de la conclusión del Título 42, expedido durante la pandemia de covid-19 por el entonces presidente Donald Trump para expulsar a solicitantes de asilo humanitario.
Luego de que la tarde del martes la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos decretó que se mantendrá en vigor la norma al menos hasta después de Navidad, los grupos de extranjeros, entre ellos mujeres, niños y recién nacidos, comenzaron a cruzar el Bravo pese al riesgo que implica por el desarrollo de lirio y las fuertes corrientes.
Ya en Brownsville, de acuerdo con el protocolo, los elementos de la Patrulla Fronteriza los trasladaron a centros de procesamiento para luego deportarlos a México o a sus países de origen.
Gladys Cañas, de la agrupación Ayudándoles a Triunfar, afirmó que los recursos de asociaciones civiles e iglesias locales son insuficientes para atender la crisis humanitaria en Matamaros.
Ciudadanos provenientes de Venezuela, Haití y El Salvador, principalmente, entre ellos mujeres, niños y recién nacidos, comenzaron a cruzar ayer el río Bravo, en Matamoros, Tamaulipas, pese al riesgo que implican la proliferación de lirio y las fuertes corrientes. Foto Julia Le Duc.
Alertan sobre riesgos
Consideró que es necesario que fluyan apoyos de organismos internacionales para alimentar y dar cobijo a esta comunidad migrante, integrada en su mayoría por venezolanos y haitianos. “Necesitamos apoyo para ellos, para las madres, para los niños que pasan las noches a la intemperie. Sabemos que el fin de semana va a helar. ¿Qué va pasar con ellos?”
Explicó que es por de más peligroso que los padres crucen con sus hijos el río Bravo y recordó la tragedia ocurrida en 2019, cuando un hombre salvadoreño y su bebé murieron ahogados y sus cuerpos fueron hallados abrazados flotando.
Los indocumentados tenían la esperanza de ingresar al vecino país si las autoridades determinaban la suspensión del Título 42, medida que vencía a la medianoche del martes pasado.
Hasta la noche del martes, los extranjeros confiaban en que sin dicha norma podrían ingresar a territorio estadunidense y permanecer ahí en lo que continúa su proceso de asilo.
Sin embargo, no contaban con que la Suprema Corte de Justicia iba a aplazar la suspensión de dicha medida, impuesta en marzo de 2020.
El anuncio tomó por sorpresa a los alrededor de 10 mil migrantes que permanecen en Matamoros; algunos durmiendo en refugios, otros en la calle, cerca de 3 mil en el bordo del río Bravo y dos campamentos más improvisados en pleno centro de la ciudad. La Jornada/Julia Le Duc, corresponsal