La iniciativa de reforma electoral del presidente López Obrador y Morena precipitó la construcción atropellada de la coalición conservadora
Columna: Indicador Político Carlos Ramírez carlosramirezh@elindependiente.com.mx
La neurosis del micrófono el consejero presidente del Instituto Federal Electoral, Lorenzo Córdova Vianello, perfiló el error estratégico de aliarse de manera pública con la derecha de Coparmex y el empresario Claudio X. González para construir un bloque de poder contra Morena para las elecciones presidenciales de 2024.
Córdoba y su escudero Ciro Murayama Rendón utilizaron al Instituto para construir un discurso ideológico antipopulista y caracterizar al presidente López Obrador como líder del populismo mexicano: redes, libros, conferencias, ensayos y un bloque de asesores intelectuales directos e indirectos insistieron en construir un escenario político de advertencia contra el populismo lopezobradorista.
En este contexto, la reforma electoral y sobre todo la reorganización del INE se planteó como una prioridad estratégica del presidente de la República para acotar las funciones ideológicas parciales de los funcionarios del INE, casi como una especie de sobrevivencia política.
La marcha ciudadana del 13 de noviembre fue la culminación de una operación política de altos vuelos que construyó un frente conservador contra Morena: la Coparmex como sindicato patronal, el financiamiento multimillonario del Señor X, la subordinación sumisa del PRI, el PAN y el Partido de Los Chuchos a los intereses empresariales, el eje económico neoliberal como factor de cohesión política, la alianza de Córdova con este bloque de la derecha política y el discurso oficial de esta nueva corriente conservadora potenciando nada menos que al exconsejero presidente electoral José Woldenberg, quien ha construido un cacicazgo político-intelectual para balcanizar al Instituto Electoral a favor de una corriente político-ideológica de académicos antipopulistas.
El INE fue fundado como IFE por el presidente Carlos Salinas de Gortari para no ceder la autonomía electoral y crear un aparato académico-intelectual-ideológico que fuera funcional al modelo de democracia procedimental tradicionalista y representativa, excluyendo a la corriente antisistémica del neocardenismo y lopezobradorismo.
De manera ostentosa y sin rubores, el IFE-INE se convirtió en un instrumento de control político de los extremos ideológicos y fue controlado por la alianza PRI-PAN y la complicidad en el 2007 del PRD ya como Partido de Los Chuchos, incluyendo la presidencia del organismo para el perredista Leonardo Valdés como espacio de contención de las elecciones del 2012 que volvieron a frenar el avance de López Obrador.
El saldo de las elecciones del 2012, con evidencias de manipulación de fondos, compra de votos y protección política al candidato priista Enrique Peña Nieto, se consolidó con visión estratégica en la reforma electoral del Pacto Por México como un acuerdo institucional para comenzar a cerrarle los espacios político-electorales al lopezobradorismo ya dinamizados por su movimiento Morena desfondando al PRD cardenista.
La iniciativa de reforma electoral del presidente López Obrador y Morena precipitó la construcción atropellada de la coalición conservadora que se mostró con claridad en la marcha del 13 de noviembre, sobre todo por la utilización de Woldenberg como el orador oficial de un bloque político-electoral que quería mantener el control del INE en el 2024, a partir del acotamiento anticipado para mantener bajo control del cacicazgo Woldenberg-Córdova la designación de cuatro consejeros electorales que terminen su periodo en abril del 2023 y el nombramiento de un nuevo consejero ciudadano que respondiera a los intereses del bloque ideológico antipopulista.
En este sentido, la reforma del INE se convirtió en una prioridad estratégica del presidente López Obrador y Morena con vistas a las elecciones presidenciales del 2024, sobre todo con el mensaje precipitado de Córdova de tensar en el 2021 la candidatura morenista de Félix Salgado Macedonio al Gobierno de Guerrero, dejando un indicio adelantado de que las reglas de autoridad del Instituto serían un instrumento de control político contra candidatos de Morena.
La intensidad de las actividades y presiones del bloque conservador Coparmex-INE explicarían el tono y la profundidad de la iniciativa de reforma electoral del presidente López Obrador, sobre todo porque el grupo Woldenberg-Córdova tenía ya perfilados a los futuros cuatro consejeros, al próximo consejero presidente y mantener el cacicazgo administrativo de Edmundo Jacobo Molina como secretario ejecutivo del Instituto.
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