Columna: Indicador Político Carlos Ramírez
A Ricardo Monreal Avila le llegó la hora de las decisiones estratégicas: o decide buscar en serio un camino para su candidatura presidencial o prefiere jugar como otros casos históricos un triste papel de reventador de la unidad del partido en el poder sin garantizar una alternancia,
El líder senatorial de Morena y viejo camarada de luchas del líder social Andrés Manuel López obrador –es decir: antes de llegar a la presidencia– ha estado jugando en los espacios marginales del proceso institucional de sucesión presidencial operado de manera directa por Palacio Nacional, a pesar de los indicios en contra de que hasta hoy no tiene la más mínima posibilidad de ser el abanderado lopezobradorista para 2024.
A pesar de que no hay sucesiones calcadas y en política ópera la maldición marxista de Hegel respecto a que la historia se presenta una vez como tragedia y otra como farsa, hay indicios de que Monreal quisiera jugar el papel de Manuel Camacho Solís en 1993. Sin embargo, López Obrador está operando de manera unidireccional su sucesión tal y como lo hicieron Luis Echeverría, José López Portillo, Miguel de la Madrid y Salinas de Gortari en dos ocasiones: imponer a su valido contra todo pronóstico en contra.
Camacho, que se asumía y lo asumían como el hermano mayor político de Salinas nunca tuvo ninguna posibilidad de ser el candidato por una sola razón: encabezaba un proyecto propio, con un grupo político aparte y se enfrentó a todo el gabinete salinista, bajo el argumento de que era el forjador de Salinas y que representaba la única mente estratégica para completar el proceso de reconstrucción sistémica del régimen priista con una propuesta de modernización política que equilibrara la modernización productiva. Al final del proceso, sin embargo, Salinas puso a quien quiso y luego lo quitó y después hizo un segundo destape para garantizar la continuidad de su proyecto neoliberal, pero a costa de su propia existencia política.
Monreal, a pesar de haber formado parte del grupo fundador de Morena, representa un proyecto propio que nada tiene que ver con el proyecto original del lopezobradorismo. Y en los hechos, Monreal quiere imponer su propio método de sucesión presidencial tratando de competir con el poder unitario del presidente López Obrador, quien ya definió la tercia de dónde saldrá su sucesor o sucesora y cuenta con una lista adicional en la que tampoco está Monreal.
Las alternativas de Montreal se resumen en una: si de veras tiene un proyecto y confía en él, entonces debe renunciar al liderazgo del Senado, convertirse en un senador independiente y buscar alianza de partidos de oposición o buscar la candidatura independiente, a menos que su resentimiento lo lleve a acelerar las contradicciones en Morena para intentar reventar el proceso, aunque con escaso margen de maniobra vis a vis la fuerza política de López Obrador.
El problema de Monreal es el mismo que tuvo Camacho Solís: jugar con las reglas y protocolos del sistema y luego quejarse porque no resultó beneficiado de esas reglas y entonces intentar imponer sus propias reglas del juego en un tablero donde es jugador y no Banca.
En los escenarios políticos, López Obrador no es Zedillo como para dejarlo jugar con libertad y se parece más al Salinas de Gortari que usó todos sus instrumentos de poder formal y real para acotar la rebeldía de Camacho Solís y evitar que se pasará a la oposición. Como Salinas en 1994, ahora López Obrador se enfrenta a un proceso sucesorio en el que se juega la continuidad de un proyecto, un grupo y la personal-familiar, en tanto que a Zedillo en 1997 en realidad no le importaba Zacatecas y dejó correr el proceso electoral que permitió que Monreal se pasará al PRD de López Obrador para ganar la gubernatura.
El tiempo de decisión ya le llegó a Monreal: alrededor de la coyuntura de los audios o videos de la gobernadora campechana Layda Sansores deberá de tomar la decisión estratégica de quedarse dentro de Morena para dinamitar la vida interna en el proceso sucesorio o buscar desde ahora un camino con suficiente tiempo como para construir una candidatura opositora; por lo pronto, Monreal parece estar jugando con la opción de reventar y desprestigiar la unidad de la bancada de Morena en el Senado y evitar las reformas lopezobradoristas pendientes que requieren aprobación legislativa.
Monreal tendrá que demostrar si es un verdadero líder social y político autónomo o solo ha sido un intendente del poder lopezobradorista.
Política para dummies: la política es el instante mágico de las grandes decisiones.
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