Energía a Debate/Mario Alavez
México es el segundo de 38 países evaluados con más riesgos ante el cambio climático, solo por debajo de India, detalla el estudio Evaluación de peligros climáticos, elaborado por la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés).
El reporte de la agencia liderada por Estados Unidos señala que solo existen tres países miembros que tienen un riesgo climático alto, en términos de nivel agregado de amenaza climática, entre los que está México.
Sin embargo, aclara que hay una parte significativa de la población mundial que está expuesta a un alto nivel de amenaza climática.
Los tres países con más riesgo son India, México y China, en ese orden, pero la población de las naciones asiáticas rebasa, en cada sitio, los mil millones de habitantes. En total, estos tres países albergan a más de dos mil 900 millones de personas, lo que representa 38 por ciento de la población mundial y 62 por ciento de la población de los países miembros y asociados a la IEA.
“Además, la población total de los países clasificados como alto o medio-alto en términos de riesgo climático general representa 53 por ciento de la población mundial y 86 por ciento de la población total de los países miembros y asociados de la AIE”, detalló el documento.
En el caso de México, el estudio detalla que el país tiene cuatro fuentes principales de riesgo: calentamiento, inundaciones, huracanes y sequías.
Las dos amenazas principales son los huracanes y las inundaciones y los menores riesgos son el calentamiento y las sequías, de acuerdo con el documento del organismo que lidera Fatih Birol.
Impactos del cambio climático en la energía
El organismo añade que el aumento de las temperaturas globales podría generar preocupaciones sobre los impactos de los peligros climáticos en el sistema energético, así como la generación de energía hidroeléctrica al acelerar el derretimiento de la nieve y los glaciares y aumentar las pérdidas por evaporación de los embalses.
También podría disminuir la generación de electricidad de las centrales térmicas y la energía solar fotovoltaica al reducir la capacidad y causar dificultades en la refrigeración.
“El aumento de las temperaturas junto con un número cada vez mayor de días de calor extremo pueden afectar negativamente a los límites operativos de los equipos de transmisión y distribución y dar lugar a mayores pérdidas, como en agosto de 2015, cuando las olas de calor en Polonia redujeron la eficiencia de la transmisión y distribución y provocaron una escasez de electricidad”, advierte el estudio.
Además, este factor puede incrementar la demanda de energía para fines de enfriamiento y afectar la demanda máxima y puede requerir cambios en las prácticas de operación y mantenimiento de la red.
“Por ejemplo, la ola de calor extremo de Australia en enero de 2019 aumentó la demanda de energía para refrigeración y provocó la reducción de la carga”, recuerda el documento.