- Harold Poveda, ‘El Conejo’, traficante colombiano y nuevo testigo contra García Luna, lloró en la audiencia de hoy 1 de febrero
Excélsior/J. Campuzano
En el sexto día de alegatos en el juicio de Genaro García Luna en Estados Unidos hoy 1 de febrero, el jurado no sólo escuchó las revelaciones de Harold Mauricio Poveda Ortega, El Conejo, narco colombiano y nuevo testigo de los fiscales, sino que también vieron cómo se conmovió al punto que rompió en llanto durante la audiencia.
El Conejo arrancó su testimonio narrando su carrera criminal, la cual inició como traficante de cocaína independiente y con la descarga de la mercancía en Guerrero, lo que le trajo problemas con Arturo Beltrán Leyva, El Barbas, quien quiso matarlo, según sus declaraciones, ya que se trataba de su territorio, pero después de este episodio pudieron limar las asperezas e incluso, dijo, tuvieron una relación como “de padre e hijo” que hasta lo llamaba de cariño “tío”.
El narco colombiano dijo cómo fue que terminó trabajando tanto para el cártel de Sinaloa, liderado por Joaquín El Chapo Guzmán e Ismael El Mayo Zambada, como para los hermanos Beltrán Leyva y cuál era el rol que desempañaba en ambas organizaciones.
Reconoció que había traficado un millón de kilos de cocaína a Estados Unidos y dijo cuáles eran los medios por los que hacían que pasara la droga; sin embargo, el punto de quiebre fue cuando el fiscal Philip Palmar presentó un video sobre una de las múltiples casas que tenía… su mansión en el Desierto de los Leones.
En la conocida como “mansión de fantasía” se realizó un operativo en octubre de 2008 para capturarlo, pero no se logró el objetivo, ya que El Conejo logró escapar, aunque su padre, un primo y algunos trabajadores fueron detenidos en esa redada.
Al traficante colombiano se le quebró la voz y lloró al ver el video cuando aparecieron sus animales. Sollozó y tras limpiarse las lágrimas, recordó que el león que estaba en las imágenes se llamaba ‘Apolo’ y que su casa era toda de madera, por lo que invirtió mucho dinero en ella y en el pequeño zoológico que tenía.
El Conejo dijo que al ver a los policías federales huyó hacia donde tenía unos tigres blancos, cruzó y se perdió entre la vegetación. Se mostró molesto al señalar que la redada había sido organizada por Jesús El Rey Zambada, hermano del Mayo, quien lo traicionó, según le dijo por teléfono Arturo Beltrán Leyva.
Agregó que el operativo en su mansión fue liderado por Víctor Garay y Edgar Bayardo, entonces mandos de la Policía Federal, quienes le pidieron 500 mil dólares a cambio de liberar a su padre, primo y a las demás personas que habían detenido.
Aseguró que entregó el dinero. Lo dejó en la cajuela de un vehículo estacionado en Las Lomas; sin embargo, no se cumplió con el trato, tomaron la suma exigida y no liberaron a nadie.
El Conejo se venga del Rey Zambada capturándolo; pagan a prensa para difundir noticia
Para vengarse del operativo en su contra, El Conejo dijo que junto con el cártel de los Beltrán Leyva operaron para que Jesús El Rey Zambada fuera detenido, con lo que confirmó las declaraciones de Sergio Villarreal Barragán, El Grande, otro de los testigos, quien dijo que miembros del cártel disfrazados de policías participaron en la diligencia en la que el hermano del Mayo Zambada fue arrestado.
Tras la captura, el narco colombiano declaró que El Barbas le pidió 300 mil dólares para pagarle a la prensa y difundir la noticia de la detención del Rey Zambada, a fin de que no fuera liberado por los policías.
El Grande señaló que para evitar el intercambio de detenido, algo que podría suceder debido a la corrupción en el gobierno, pidió que le tomaran una foto al Rey Zambada, la cual finalmente sería filtrada a la prensa.