Ciudad de México
Martin Scorsese creció viendo el mundo desde una ventana, según ha relatado en innumerables entrevistas y documentales. Como descendiente de una familia italo-estadunidense, su perspectiva de la identidad estadunidense es la de un extranjero en su propia tierra. Quizás ésta sea la razón por la que en su filmografía abundan las escenas de lo cotidiano, lo mundano y lo doméstico visto desde una óptica distante, aun cuando se ha dedicado a contar historias que no podríamos llamar comunes y corrientes.
Tal es el caso de su nueva película, Los asesinos de la Luna, adaptada por él y Eric Roth, inspirados en un libro de David Grann. En su séptima colaboración con Leonardo DiCaprio y la décimo primera con Robert De Niro, Scorsese se enfoca en la relación romántica entre Mollie y Ernest –interpretados con maestría por Lily Gladstone y DiCaprio–, cuyas familias no aprueban con facilidad. Las razones, aunque en esta historia se fundamentan en creencias de los años 20 del siglo pasado, son tan arcaicas como vigentes: conflictos raciales detonan la negativa inicial de la condescendiente familia de Ernest, mientras ello desata la desconfianza de la de Mollie, perteneciente a la comunidad nativo estadunidense de los osages.
Exterminio silencioso
Es en medio de esta turbulencia familiar y sus conflictos domésticos que Scorsese encuentra la oportunidad de hacer un comentario sobre el exterminio silencioso e históricamente silenciado que han sufrido los osages como otras etnias a manos de la gente blanca y poderosa de su país.
El odio y la violencia detrás de ese exterminio es, en manos de un cineasta como Scorsese, un paralelismo de las micro violencias que sus personajes heredan y reproducen a menor escala en lo doméstico. La traición y el olvido se magnifican.
Durante su visita a la Ciudad de México para promover Los asesinos de la Luna, acompañado del cine fotógrafo mexicano Rodrigo Prieto y Standing Bear, Gran Jefe de la Nación Osage, quien fungió como asesor cultural en la película, pudimos hablar con Martín Scorsese al respecto.
–A lo largo de su filmografía hay temas recurrentes. Aquí se observan temas como la traición y la violencia. ¿Por qué era vital retratarlos y qué aprendió de la comunidad osage sobre dichos temas?
–A través de los años hemos visto películas del viejo Oeste en las que los indios son los malos y los vaqueros los buenos. Pero la realidad es que eso no es verdad. Poca gente lo sabe, a menos que hayan leído Blood Meridian o cualquier libro de Cormac McCarthy. Es una verdad de la que no se habla. Y diré algo que he comentado antes. Lo importante es conectar como seres humanos. De corazón a corazón y con el alma. Eso es relevante. Y esta historia (de los osages, de Oklahoma, que se habían hecho ricos tras hallar petróleo en sus tierras) nos hablaba de eso. En 1974 estuve a punto de filmar en Dakota del Sur una película sobre otra masacre contra pueblos nativos.
“Enterarme de esa historia me traumatizó. No sabía a qué nivel habían sido traicionados los pueblos originarios. Siendo tan joven me impactó ver las malas condiciones de esta gente, porque estas masacres no son eventos instantáneos en los que mueren decenas de miles de personas en un solo día. Lo que pasó aquí fue un exterminio lento. Y a veces eran aniquilados por personas que decían ser sus amigos. Eso se ve en la película. Los personajes eran amigos. Y aún como amigos, justificaban lo que se hacían, argumentando que de todas formas morirían pronto, así que mejor aprovechaban y hasta sacaban una ganancia económica de la situación.
Eso me atrajo a esta historia. En el exterior, se guardó silencio por años. Se pretendió que nada había pasado, porque no hubo tiroteos o bombardeos, como en las masacres de Tulsa en los años 20. Son cosas que pasaron en la misma época. Creo que las diferencias raciales no deberían llevar a eso. ¿Pero pueden ser justas? ¿Podemos aprender los unos de los otros? ¿Podemos tener derechos humanos? La verdad es que ya no lo sé.
–Al adaptar esta historia familiar, ¿qué temas pudo encapsular y explorar?
– Es una exploración de la historia de mi país. La historia es muy vasta. Es algo masivo y complicado. Por eso la única forma de abordarla era a través de una historia muy personal. La historia de amor entre Mollie y Ernest y lo que les pasa refleja la del país.
Los asesinos de la Luna es la primera producción que dirige Martin Scorsese para una plataforma de streaming, en conjunto con Apple TV+. No obstante, la película se estrenará en las salas de cine el jueves en todo el mundo para eventualmente llegar a la plataforma.
La Jornada/Gonzalo Lira Galván