Columna: Seguridad y Defensa Carlos Ramírez
Ante la falta de flexibilidad de la estrategia gubernamental de seguridad pública y el agudizamiento de la violencia delictiva en alrededor de ocho estados de la República, la Iglesia católica está irrumpiendo en el debate de las políticas públicas para abrir un canal intermedio entre la estrategia de “abrazos, no balazos” y la respuesta de violencia de Estado.
El Episcopado mexicano está aprovechando la crisis de inseguridad en Chiapas para convocar a diálogos de paz, pero con objetivos de contribuir más a un debate de la inseguridad que a lograr el consenso de sectores sociales que poco poder tienen para definir estrategias operativas de seguridad.
La estrategia gubernamental de seguridad ha logrado una impresionante estructura de poder disuasivo con la Guardia Nacional y el apoyo de las Fuerzas Armadas, pero han fallado cuando menos tres instancias indispensables:
–Objetivos concretos de desarticulación de las estructuras de los cárteles criminales y no sólo el arresto de los capos.
–La falta de decisión en la corresponsabilidad de estados y municipios en la lucha de bandas y delitos de fuero común.
–El liderazgo gubernamental en materia de seguridad se ha concretado a las estructuras oficiales, pero no ha podido liderar a los grupos sociales –entre ellos la Iglesia católica– para construir estrategias plurales.
Los pronunciamientos del Episcopado por la crisis de seguridad en Chiapas son sólo un recordatorio del aislamiento de las oficinas gubernamentales encargadas de los temas de seguridad pública. La convocatoria religiosa un diálogo nacional por la paz tuvo su primer evento este fin de semana en la Universidad Iberoamericana de Puebla y si llegaron a 14 acciones propuestas que debieran ser de interés para el Estado.
ZONA ZERO
La crisis en Chiapas llegó a su punto culminante el fin de semana cuando desfilaron vehículos acreditados al Cártel de Sinaloa y fueron recibidos con júbilo por algunos habitantes, aunque adelantando una nueva fase violenta por la lucha de la banda de El Chapo Guzmán contra el Cártel Jalisco de El Mencho. Este dato revela que vienen momentos de más violencia delictiva en Chiapas por el control de una zona del narcotráfico, pero en espacio también conflictual por la migración desordenada. @carlosramirezh / seguridadydefensa@gmail.com