Madrid
Hace muchos años que Oriente Medio se está desangrando. La última guerra, la de Hamás contra Israel. Ese es el capítulo postrero. Pero no es ni la primera ni la última vez que va a pasar. Lo que va a ocurrir es una inflexión en el mapa y en las estrategias de Oriente Medio.
El terrorismo de Hamás lleva muchos años golpeando a un Estado que es reciente. Israel no tiene ni cien años de existencia. El capricho mal entendido, el error de cálculo de británicos y terratenientes, está costando sangre, sudor y lágrimas. Porque lo cierto es que hoy Israel es un Estado reconocido por la mayoría de los países del concierto internacional.
Ahora pensemos en la piel palestina. Se trata de un pueblo árabe que lleva muchos años aprehendiendo que gran parte del territorio de Israel es Palestina y, por lo tanto, de ellos.
A partir de ahí entramos en guerra de unos y otros donde perdieron y recuperaron tierras, eso sí, con un costo demasiado alto de víctimas palestinas e israelíes. Y ¿hasta cuándo va a seguir este desencuentro con mucha sangre de por medio? ¿Cuánta gente más tiene que morir para que se entienda de una vez por todas que aquí no cabe más que un diálogo sincero y la negociación? Sí, la negociación en la que sabemos que nadie gana, todos pierden, pero no cabe más remedio que la generosidad por ambas partes si queremos parar de una vez por todas una violencia de tantos años con una cifra sangrante de muertos.
Lo que sí tenemos hoy claro es que si antes Israel tenía países que eran adversarios, hoy son enemigos irreconciliables. Sus vecinos son más enemigos y los vecinos de los vecinos también. Están consiguiendo algo que no debería existir, un antisemitismo que estaba latente, pero que se ha vuelto a exacerbar. Estamos lidiando con el principio de una serie de consecuencias que pueden ser fatales y lo pueden ser para todos.
24 HORAS/Alberto Peláez alberto.pelaezmontejos@gmail.com // @pelaez_alberto