- Como Buster Poindexter, Johansen interpreta versiones de sus propias canciones y éxitos de los Dolls, con muchos interludios reflexivos y cómicos
Nueva York
Martin Scorsese totalmente metido en la preparación de Killers of the Flower Moon (Asesinos de la luna de flores) cuando Mara Hennessey se acercó para invitarlo a ver a David Johansen. El ex líder de la banda pionera de protopunk de la década de 1970, los New York Dolls, y esposo de Hennessey, estaba presentando un nuevo espectáculo en el Café Carlyle.
Scorsese, fanático de Johansen desde hace mucho tiempo (una vez puso a los Dolls para incitar sus actores para una escena de pelea), fue con entusiasmo acompañado de un puñado de personas, incluido su frecuente colaborador en documentales, David Tedeschi. Allí, vieron a Johansen realizar un acto con valor y gracia.
Como su álter ego copetudo, Buster Poindexter, Johansen interpretaba versiones simplificadas de sus propias canciones y éxitos de los Dolls, con muchos interludios reflexivos y cómicos. Scorsese, enamorado de la actuación de Johansen, decidió inmediatamente filmarla, le recordaba a un Nueva York desaparecido.
“Fue una sensación natural: tenemos que hacer esto”, explicó Scorsese en una entrevista. “Tenemos que capturarlo antes de que se vaya”.
Personality Crisis: One Night Only, que se estrena el viernes en Showtime, es el resultado, mezcla imágenes que Scorsese y el codirector David Tedeschi filmaron durante dos noches en el hotel de lujo Carlyle en enero de 2020 con recuerdos de la variada carrera de Johansen y entrevistas íntimas grabadas durante la pandemia por la hija de Johansen y Hennessey, Leah.
Al igual que la reciente serie de Netflix de Scorsese Pretend It’s a City con Fran Lebowitz, también es un retrato de una voz neoyorquina tranquila y vibrante en una ciudad que ahora apenas se parece a aquella en la que todos se forjaron.
“El ambiente del que salió él en los años setenta, en cierto modo, yo todavía estoy ahí”, dice Scorsese, cuyo tercer largometraje, Mean Streets, se estrenó el mismo año que el primer álbum de los Dolls. “Tiene que ver con Nueva York porque vivimos en Nueva York. No voy a ir a Los Ángeles, no voy a ir a Chicago. Vivo en Nueva York. Y esto es una parte de donde vengo. Resulta que ha cambiado, ha terminado, se ha ido, se va a otro lado.”
“Es una epopeya”
El tiempo ocupa la mente de Scorsese, de 80 años, quien en un mes estrenará en Cannes Killers of the Flower Moon, su extensa adaptación del éxito de ventas de David Grann sobre una serie de asesinatos de miembros de la tribu Osage en la década de 1920 en Oklahoma. El alcance del lanzamiento de Apple, con un presupuesto de 200 millones de dólares y una duración de casi cuatro horas, lo convierte en uno de los mayores proyectos de Scorsese.
“No son cuatro horas”, dice. “Es largo. Es una epopeya”.
Tomando en cuenta The Irishman (El irlandés), las ambiciones de Scorsese parecen ir en aumento con la edad. Producciones más grandes, dice, es a lo que apunta ahora, incluso si está menos acostumbrado a dirigir el movimiento de grupos masivos de personas como lo hacen Steven Spielberg o Ridley Scott.
“Ellos simplemente chasquean los dedos y sucede. Pero yo no puedo. Tal vez podría”, señala Scorsese. “Algo diferente sucede. Si el personaje se encuentra en una historia que lleva más tiempo contar, entonces me siento cómodo con eso. Y creo que hay una audiencia para eso. O debería decir que creo que todavía hay una audiencia para eso”.
Todo lo cual hace que Personality Crisis, intercalada entre dos obras maestras monumentales, sea un contraste conmovedoramente íntimo.
“Me sorprendió lo mucho que me gustó”, menciona Johansen. “Casi no me sentí mal”.
Johansen fue una figura fundamental de barrio East Village de Nueva York de los años setenta y los New York Dolls presagiaron el movimiento punk. Desde entonces, se ha reinventado a sí mismo como el cantante de salón Buster Poindexter, que tuvo el éxito de los 80 Hot Hot Hot (una canción que Johansen ahora más o menos niega). También ha actuado. Muchos recordarán a Johansen como el fantasma taxista de las Navidades del pasado en Scrooged (Los fantasmas atacan al jefe) de 1988.
Parte de la alegría de Personality Crisis es que saca a Johansen, tan a menudo asociado con eras particulares del rock, fuera de esos contextos. Aquí, es simplemente un artista de salón con voz rasposa, un sobreviviente del rocanrol con las anécdotas que lo acompañan.
“No es un documental de rock”, refiere Hennessey. “Para mí, es un retrato de un artista”.
Casi desde el principio de su carrera, Scorsese ha alternado entre largometrajes de ficción y documentales, aunque a él y a Tedeschi no les gusta el término “documental”. (“Preferimos divertirnos”, enfatiza Tedeschi). Cada una de ellas son simplemente películas, acota Scorsese, con diferentes ritmos, coreografías y gramatica. Y se influencian el uno al otro, una alquimia de ida y vuelta que comenzó con Italianamerican de 1974, un diálogo con sus padres lanzado entre Mean Streets (Malas calles) y Alice Doesn’t Live Here Anymore (Alicia ya no vive aquí).
Scorsese dice que The Last Waltz (El último vals), su emblemática película documental con The Band, le dio forma a Raging Bull (Toro salvaje). Mientras que conecta The Rolling Thunder Revue: A Bob Dylan Story de 2019, con Silence (Silencio) de 2016, ambas son para él acera de la realización de un acto espiritual.
Personality Crisis también influyó en Killers of the Flower Moon. Varias canciones que Scorsese escuchó mientras escuchaba el variado programa de radio satelital de Johansen Mansion of Fun llegaron a la película, incluido Crazy Blues de Mamie Smith. Charlie Musselwhite toca la armónica junto a Johansen en Personality Crisis; él también, por coincidencia, es actor en Killers of the Flower Moon.
Lo mismo podría decirse de Johansen y Scorsese. Se conocen desde hace décadas.
“La gente siempre me pregunta, ‘¿participarías en este documental? Se trata de punk’. Simplemente digo que no”, señala Johansen. “Porque cuando me veo en esa situación, me siento como, ‘¿Quién es este idiota y de dónde vino?’.”
Pero hacer una película con Scorsese, cuya larga producción de crónicas sobre el rocanrol incluye George Harrison: Living in the Material World y la película del concierto de los Rolling Stones Shine a Light, fue una decisión más fácil.
“Me gusta por muchas razones, pero una es porque él, como yo, encuentra la música muy inspiradora”, relata Johansen.
Johansen y Hennessey primero pensaron en convertir el concierto de Carlyle en un espectáculo fuera de Broadway, pero Scorsese dijo que debería filmarse.
Scorsese y Tedeschi filmaron sus actuaciones sin saber qué forma tomarían. Durante la pandemia, se transformó en una película, y quizás en la grabación más clara y sin filtrar de Johansen hasta el momento.
“Solía pensar en mi voz como: ‘¿Cómo va a sonar? ¿Cómo será cuando haga esta canción?’ Y me metía en un nudo al respecto”, refiere Johansen. “En algún momento de mi vida, decidí: ‘Sólo canta la maldita canción. Con lo que sea que tengas’. En mi caso, subo al escenario y, sea cual sea el estado de ánimo en el que esté, simplemente me abro paso, esencialmente”.
Scorsese también ha estado tratando de perseverar sin concesiones en un entorno a veces inhóspito para el cine. Junto con sus extensos esfuerzos para preservar y restaurar películas antiguas con Film Foundation y sus intentos de llevar películas clásicas a nuevas audiencias con Restoration Screening Room, Scorsese a menudo se ha pronunciado públicamente en contra del predominio de los éxitos de taquilla en el cine actual.
“Hice una película (The Irishman) con Netflix. Esa fue una gran experiencia. Lo mismo con Apple, incluso más porque vamos a llegar a los cines”, menciona sobre la cinta que se estrenará en salas el 20 de octubre. “La experiencia de verla en casa está bien. Pero no es lo que debería ser”. Le preocupa que una generación entera crezca con la idea de que una película para cine es un éxito de taquilla y todo lo demás es “cine alternativo”.
Pero Scorsese todavía mantiene la esperanza. Le gustaría ver que las compañías de streaming construyan sus propias salas de cine.
“Tal vez estas nuevas empresas podrían decir: invirtamos en el futuro de las nuevas generaciones para la creatividad”, indica Scorsese. “Porque una persona joven que realmente va a ver una película en el cine, esa persona, quién sabe, cinco o 10 años después, podría ser un maravilloso novelista, pintor, músico, compositor, cineasta, lo que sea. No sabes dónde va a aterrizar esa inspiración cuando la lanzas. Pero tiene que estar ahí afuera”. La Jornada/AP