- Las encuestas no serán el argumento definitivo para la contienda presidencial de 2024, señalan algunos observadores. En esta semana hemos visto cómo algunas casas de encuestas/apuestas difunden resultados “mágicos”, que muestran cómo Xóchitl está a punto de alcanzar a Claudia
Algunos encuestófilos de MORENA están aplicando lo que ellos consideran la fórmula perfecta: Las encuestas como “gran elector”, lo que podría explicar que su candidata presidencial sea la mejor posicionada en los sondeos.
Lo único que les importa es el “aplausómetro” porque hasta hoy Los ejercicios demoscópicos se refieren a la “popularidad” de los aspirantes, a la “simpatía” y am otras cositas que tienen entre los electores, y no a sus ofertas políticas y programáticas.
Un rápido análisis de las encuestas serias y profesionales -que sí las hay- y el correspondiente cálculo promedio de los resultados de los últimos tres meses no deja lugar a dudas que la “señito” Claudia va “en caballo de Hacienda”.
Pero, para desgracia de los morenistas amantes de las encuestas, éstas no son -ni aquí ni en China– el método más acertado para decidir una elección en donde se escogerán 20 mil puestos, incluyendo la Presidencia de la República, mucho menos si se toma en cuenta que proliferan en México las encuestadoras “a modo”, que no pueden ser tomadas en serio ni en una kermés.
Las encuestas no serán el argumento definitivo para la contienda presidencial de 2024, señalan algunos observadores.
En esta semana hemos visto cómo algunas casas de encuestas/apuestas difunden resultados “mágicos”, que muestran cómo Xóchitl está a punto de alcanzar a Claudia, quien desde que arrancaron las inter-campañas, precampañas, y otros eventos, le llevaba 20-30-40 puntos de ventaja, según el “aceite” suministrado a las empresas que la hicieron.
Lo que llama la atención de algunos espectadores, es que a la “guerra encuestológica” se han sumado varios medios de comunicación – prensa, radio, televisión, internet- que no son objetivos ni imparciales porque tienen algún interés económico con una de las candidatas, a quien obviamente favorecen en sus ejercicios demoscópicos, lo que podría explicar la amplia ventaja sobre su contendiente.
Bueno, también están los extremos de aquellas encuestadoras cuyos resultados ubican a la señora Xóchitl a unos cuantos puntitos de Claudia.
La conclusión del susodicho observador es que alguien miente: La mayoría de las empresas encuestadoras del país que coinciden en que Claudia ya se le escapó a su adversaria con una ventaja mayor a 20 puntos, o los encuestadores de la señora Xóchitl que hablan de un dígito de distancia y hasta de “empate técnico”.
Los especialistas insisten en que las encuestas son esenciales, pero no hay que dejarse engañar por ellas.
La verdad, agregan, es que lo que vemos en el proceso electoral de 2024 es que las encuestas se mueven por un lado y cumplen una función mediática picante y divertida, pero por otro lado también se mueven -y mucho- los designios políticos del líder de masas e ídolo de multitudes, quien está metido de lleno en la campaña de su candidata, porque descubrió que no está respondiendo a sus expectativas.
Esta irrupción no la habíamos visto en ninguna campaña presidencial en el Siglo XXI, ni en la mitad del anterior. ¡Bueno, siempre hay una primera vez! Dicen otros.
El Independiente/Luis Soto Gráfica: https://polls.mx/presidencia/