Columna: Seguridad y Defensa Carlos Ramírez www.24-horas.mx
Después de las advertencias desatendidas por el aparato de seguridad y el Instituto Nacional Electoral sobre el involucramiento del crimen organizado en las elecciones legislativas federales, gobernadores y alcaldes de 2021, las votaciones de mandatarios locales este año en seis estados han prendido los focos de alarma en cuando menos cuatro de ellos.
En Tamaulipas, Oaxaca, Quintana Roo y Durango se han registrado incrementos en la captura de instituciones y políticos por bandas criminales de diferentes especialidades; los estados más calientes son Tamaulipas y Quintana Roo.
Los estrategas de seguridad no han terminado de analizar la forma en que se expandió la presencia del crimen organizado en las elecciones de 15 gobernadores el año pasado.
El dato más significativo radicó en la actividad directa de los delincuentes para influir y beneficiar a algunos candidatos, ante la mirada distraída del Instituto Nacional Electoral.
En 11 de los 15 estados no hubo ninguna estrategia para contener la actividad criminal y en varios de ellos existieron denuncias a tiempo. Los estados de Guerrero y Michoacán eligieron gobernador sin preocuparse por los cárteles.
Los procesos electorales son ya un asunto central de seguridad interior, es decir, de la facultad directa del Estado para utilizar sus fuerzas de seguridad en la contención del avance criminal en estructuras públicas y privadas que tienen que ver con el Estado de derecho, la democracia y el bienestar de la sociedad.
Los indicios de la presencia delictiva en Tamaulipas, Oaxaca y Quintana Roo deben aumentar la observación de las autoridades de seguridad y sacar al INE de su cómoda modorra para atender la presencia criminal a través de las elecciones.
Sin embargo, no se ven estrategias ni preocupaciones por el avance político-electoral del crimen organizado.
ZONA ZERO
México podría quedar atrapado en la nueva fase de guerra fría por la crisis en Ucrania, pero también por las alianzas estratégicas que se han hecho con Rusia, China y los gobiernos progresistas latinoamericanos que están construyendo una nueva dinámica en la geopolítica regional, debido al fracaso del liderazgo de la Casa Blanca. Clinton, Bush Jr., Obama, Trump y Biden han carecido de pensamiento estratégico y no han entendido la seguridad nacional de un imperio en decadencia.