Hasta el momento se han podido poner a salvo los hallazgos en la superficie de la ruta ferroviaria, pero ahora la amenaza se cierne sobre el sistema de cuevas subterráneas e inundadas más grande del mundo, que es esencial para los ecosistemas y para la investigación científica
El Economista/J. Francisco De Anda Corral Foto EE: Cortesía / Karla Ortega GAM-INAH
Los antiguos mayas veneraban la relación con la naturaleza. Representaban el centro del universo como una gran cueva de la que emergía una enorme ceiba sagrada que sostenía el cielo y cuatro grandes ramas surtían el agua de lluvia para que brotara la vida en la Tierra.
Hoy sabemos, de acuerdo con datos del Quintana Roo Speleological Survey, de la existencia de 1,650 cuevas sumergidas que suman cerca de 1,400 km de pasajes inundados que alcanzan hasta 120 metros de profundidad. Una especie de caja negra que guarda la historia más remota y profunda de la humanidad en el continente americano, que abarca por lo menos 14,000 años.
Este sistema de cuevas y cenotes de la península de Yucatán, que durante los últimos años ha arrojado información valiosa sobre la huella humana y las poblaciones de fauna en el continente, está hoy en riesgo de ser impactado por la construcción del Tren Maya, particularmente en el tramo 5 que va de Tulum a Playa del Carmen, si no se atienden los señalamientos de los especialistas en arqueología subacuática, ecología, biodiversidad, e hidrogeología.
Numerosos arqueólogos y espeleólogos, exploradores y estudiosos de las cuevas en la Península de Yucatán han mostrado preocupación por el nuevo trazo del proyecto ferroviario a través de la selva.
No se trata de una oposición tajante o caprichosa, sino del genuino interés por que el impacto sea el menor posible en un área de gran interés para la ciencia por el número significativo de sitios paleontológicos y arqueológicos tanto en superficie como al interior de las cuevas inundadas, con información que aún se desconoce y que podría perderse.
Este sistema de cuevas y cenotes, además de su valor inobjetable en términos de biodiversidad y equilibrio ecológico -es la reserva de agua más importante del país- guarda la huella humana de por lo menos 14,000 años, por la presencia de poblaciones nómadas de cazadores recolectores (los ejemplares remotos de Naia, Naharon, Chan Hol, Las Palmas, descubiertos en estas cuevas, dan cuenta de ello); fauna fósil del Pleistoceno, de aproximadamente dos millones de años, y construcciones subterráneas de la cultura maya, muchas aún desconocidas por los arqueólogos.
“Es una zona irrepetible en el mundo”, dice el arqueólogo subacuático Guillermo de Anda Alanís. A principios del 2018, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), a través del proyecto arqueológico Gran Acuífero Maya (GAM) que dirige De Anda Alanís, anunció la conexión de Sac Actún, un sistema de cuevas subacuáticas ubicado al noreste de Tulum, Quintana Roo, con el sistema Dos Ojos, lograda por el investigador Robert Schmittner, luego de una búsqueda por más de 30 años. Sac Actún, ahora conectado con Dos Ojos, suma 347 kilómetros de extensión y junto con otros cuerpos de agua gigantescos alcanza 710 kilómetros.
Por ello, el anuncio del cambio en el Tramo 5 de la ruta del Tren Maya ha suscitado gran preocupación. Pese a que no se sabe con exactitud cuál será el trazo definitivo, – “se ha modificado varias veces en los últimos días”-, dice Guillermo de Anda, la decisión de moverlo hacia la selva en lugar de dejarlo junto a la carretera, frente a los hoteles de la zona, pone en riesgo una zona de gran valor natural y científico.
El fundador del grupo hotelero Vidanta, Daniel Jesús Chávez Morán, se ha referido al Tren Maya como “una extraordinaria herramienta que se convertirá muy pronto en una locomotora de desarrollo para el sureste de México y para todo el país”.
En un “atento aviso” Chávez Morán aclara que su función como supervisor honorario del Tren Maya no tiene relación de ningún tipo con temas de proyecto, trazo, o administración y que su labor consiste únicamente en realizar una revisión y medición fidedigna de los avances de obra.
Sin embargo, incluso algunos empresarios hoteleros de Quintana Roo han manifestado preocupación por el impacto que la obra ferroviaria pueda tener en el sistema de cuevas subterráneas Sac Actún, considerado el más extenso del mundo, y han propuesto que el tren sólo llegue hasta Cancún y de ahí conecte con un tren ligero que transitaría a un costado de la carretera 307, como originalmente se había planteado, donde el impacto sería menor ya que es una zona ya urbanizada, y no por en medio de la selva.
“Apelo al buen juicio de las autoridades del Tren Maya y a que escuchen a los especialistas y corrijan lo que tengan que corregir, a fin de causar el menor impacto posible, porque se está poniendo en riesgo una zona irrepetible en el mundo”, reitera el arqueólogo.
Agrega que se trata de la reserva de agua subterránea más importante de México y una de las más importantes del mundo. Además, advierte, “el gran acuífero maya es un gran conector de ecosistemas, gracias a él se conecta la selva con el manglar, el manglar con el arrecife costero, y toda esa reserva de agua nutre de vida a los ecosistemas, toda la biodiversidad de flora y fauna que hace irrepetible a esta zona, y no podemos darnos el lujo de que se pierdan. Tenemos que encontrar la mejor solución posible”.
Un mundo inexplorado en riesgo
A finales del 2021, Fonatur reportó que a lo largo de toda la ruta del Tren Maya se han localizado 16,000 hallazgos arqueológicos, que significan un adelanto de 100 años en las investigaciones en torno al mundo maya, en todas sus etapas, según la dependencia; por su parte, el INAH asegura que sus especialistas han realizado permanentemente labores de salvamento arqueológico en superficie; no obstante, en los mantos acuíferos, en los ríos y cuevas subterráneas aún hay objetos de estudio inéditos, algunos en etapas muy tempranas de exploración o de intuición arqueológica en función del contexto que los circunda.
“Todavía no conocemos la dirección de los flujos de agua en el sistema del acuífero, que es fundamental para entenderlo”, menciona como ejemplo De Anda Alanís.
Por su parte, la arqueóloga Carmen Rojas Sandoval, adscrita al Centro INAH Quintana Roo, y el arqueólogo independiente Miguel Covarrubias Reina describen en su texto ‘Mundos subterráneos de los mayas. Del mar al inframundo’, que “se conocen cerca de 40 ejemplos de construcciones dentro de cavidades subterráneas en sistemas cercanos a las costas del Caribe Mexicano, entre las que se cuentan altares, oratorios, templos, recintos y un sinnúmero de muros simples, que ponen en evidencia una intensa actividad debajo de la superficie selvática”.
Botón de muestra es Balamkú, la “cueva del dios jaguar”, en las entrañas del subsuelo de Chichén Itzá, explorada en 2019 por los investigadores del Gran Acuífero Maya, cuyos hallazgos hacen suponer que se trata de un lugar de encuentro de los mayas con los dioses y un oráculo para rogar por el agua.
Tiempos incompatibles
Los tiempos de la investigación científica parecen incompatibles con la urgencia del gobierno por avanzar en una de las obras emblemáticas del sexenio, cuya conclusión ha sido anunciada para 2023.
En junio de 2021, en una ceremonia a la que asistieron la secretaria de Cultura Alejandra Frausto, el entonces director de Fonatur, Rogelio Jiménez Pons; y el representante de la UNESCO en México, Frédéric Vacheron, se instaló el Comité Científico-Cultural del Tren Maya presidido por el neurofisiólogo Javier Velázquez, entre sus funciones se señalaron diseñar una estrategia de turismo cultural, fortalecer actividades productivas tradicionales, mapear el patrimonio histórico, examinar las expresiones del patrimonio cultural inmaterial y elaborar inventarios, y medir el impacto de las prácticas productivas en las reservas de la biosfera.
Nada se mencionó entonces sobre la investigación y conservación del patrimonio arqueológico y paleontológico, ni de los sitios subterráneos y menos aún de las formaciones kársticas que podrían verse comprometidas sin un estudio previo de mecánica de suelos.
En el área de influencia del Tren Maya se localizan 30 zonas arqueológicas abiertas al público, tres de ellas son patrimonio cultural declarado por la UNESCO. Es la superficie, pero Guillermo de Anda se refiere a “la geografía de lo invisible”, al gigantesco mundo subterráneo que hoy podría estar en riesgo, “seguramente la gente que está construyendo el Tren Maya no tienen una idea clara de las dimensiones del acuífero y de lo que significa para la investigación, para la vida de los ecosistemas y para las futuras generaciones. Sencillamente, sin acuífero no hay vida en la península”, enfatiza el arqueólogo subacuático.
Guillermo de Anda, quien lleva más de 30 años explorando e investigando las cuevas subterráneas y desde hace una década lidera el proyecto Gran Acuífero Maya, comparte que fue invitado en un principio para brindar información especializada al Comité Científico-Cultural acerca de los cenotes y cuevas subterráneas, pero luego inexplicablemente la comunicación entre el especialista y el comité se suspendió, luego recomendó al hidrogeólogo, especialista en estructuras kársticas, George Veni, director del Instituto Nacional de Investigación de Cavernas y Karst de Estados Unidos y colaborador del proyecto GAM, a fin de que pudiera realizar un peritaje y determinar las zonas de mayor riesgo de derrumbes, “pero eso cuesta tiempo y dinero”, dice.
El tiempo corre en favor de la agenda política, pero la mayor preocupación de los científicos es que esa información y ese patrimonio subacuático se pierda sin haber sido explorado. “Si perdemos los sitios que conocemos y si perdemos los que aún no conocemos por no haber hecho una prospección y propuesta de protección no podremos ver el conjunto en un futuro, será un patrimonio inexplorado, un testimonio fracturado”, advierten especialistas.
Petición change.org
Por lo pronto, hay una petición en change.org ‘No al Tren Maya sobre los cenotes y cuevas de Quintana Roo’, que al momento suma casi 60,000 firmas, en la que señalan al presidente Andrés Manuel López Obrador que el nuevo trazo del Tren Maya en el Tramo 5 Sur pone en riesgo “nuestro patrimonio natural, nuestra economía regional y los daños que podría provocar serían de lamentarse por generaciones.
Los firmantes solicitan que “estas respetuosas observaciones sean atendidas por usted antes de iniciar cualquier obra del Tren Maya en el mencionado tramo, ya que los daños ambientales podrían ser irreversibles y de consecuencias no deseadas”.
Entre los señalamientos establecen que “no se están considerando las cavernas, lagunas, aguadas, manglares y cenotes por las cuales pasará el Tren Maya en su nuevo trazo. En particular los más de mil kilómetros explorados entre Playa del Carmen y Tulum; la probable extinción de flora y fauna; la sobreurbanización no planeada que acarreará el paso del tren en la selva, así como la explotación de bancos de material que devastará la zona forestal.
Petición en change.org: No al Tren Maya sobre los cenotes y cuevas de Quintana Roo. francisco.deanda@eleconomista.mx