Columna: Seguridad y Defensa Carlos Ramírez seguridadydefensa@gmail.com
Ante las evidencias de un inminente colapso migratorio en Estados Unidos por los errores estratégicos del presidente Joseph Biden, México pudo colocarse como parte fundamental del sistema de toma de decisiones de la Casa Blanca en materia de migración.
Esta sería la principal conclusión estratégica que quedó definida en el encuentro telefónico del viernes al mediodía entre los presidentes Biden y López Obrador. Gracias -quizá- a la estridencia del expresidente Donald Trump en su discurso de Ohio, Biden se comprometió a no presionar a México para frenar los flujos migratorios que se preparan en el escenario de la finalización del Título 42 y su principal efecto en la reducción de restricciones para el ingreso legal e ilegal muy grandes.
Trump se había solazado de su presión a México vía amenazas arancelarias para conseguir la movilización “gratis” de 25 mil soldados mexicanos para contener la ola migratoria desordenada de 2019. El viernes Biden asumió el compromiso de una coordinación binacional, sin duda una de las victorias diplomáticas más importantes en los últimos años.
Asimismo, el presidente López Obrador le quitó la dirección política unilateral a la Cumbre de las Américas que el presidente Biden estaba definiendo a partir de los intereses geopolíticos y estratégicos de la Casa Blanca y como parte de su intención de obligar a todos los países de la región Iberoamericana a sumarse a las sanciones contra Rusia definidas por los intereses estadounidenses en la guerra de Ucrania. La petición mexicana de no excluir a ningún país de la región le puso un obstáculo al interés unilateral de Biden.
Si no alcanzan estos datos para redefinir las relaciones bilaterales, sí podrían ser suficientes para evitar decisiones autoritarias de Washington.
ZONA ZERO
En el contexto del encuentro telefónico tiene que colocarse también la redefinición en los hechos de las actividades de las agencias de inteligencia de EU que se dedican a labores de lucha contra el narcotráfico -sobre todo la DEA-, pues ahora tienen la obligación -como parte de las reformas a la ley de seguridad nacional mexicana- de registrar nombres de agentes, movimientos y operativos en México, otra victoria diplomática en la relación con el imperio.