Columna: Seguridad y Defensa Carlos Ramírez seguridadydefensa@gmail.com
La IX Cumbre de las Américas del presidente Biden fue un fracaso, no solo por la ausencia de México, sino porque Washington descubrió, de manera repentina, la existencia de gobiernos y sociedades latinoamericanas y caribeñas distantes de la cooperación con la Casa Blanca.
Aunque la Cumbre quiso ser orientada al tema de regulación migratoria, combate al narcotráfico y defensa de la democracia, la intención subyacente fue otra: la seguridad nacional estratégica de Estados Unidos frente al expansionismo ruso y chino en la región y con la nada oculta intención de militarizar la presencia estadounidense al sur del río Bravo.
La reunión en Los Ángeles careció de directrices estratégicas, de discursos coherentes y de negociaciones concretas y se encontró con la falta de liderazgo político en América Latina y el Caribe y un archipiélago de países fracturados en su interior por razones de inseguridad y de crisis económica.
El presidente López Obrador reventó la reunión con su inasistencia y el canciller mexicano Marcelo Ebrard no logró conjuntar un bloque regional frente a la Casa Blanca, dejando solo la impresión de que no existe una estrategia de seguridad nacional respecto a Washington y todo se reduce a entorpecer el funcionamiento del Departamento de Estado en la región.
La Casa Blanca carece de un equipo funcional de diseñadores de políticas exteriores y los burócratas siguen sin entender la lógica de la crisis latinoamericana y caribeña. Toda la tarea de penetración política estadounidense se ha centrado en una oficina de nivel inferior: la USAID o Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional que en América Latina tuvo mala fama porque se dedicó a asesorar y entrenar a fuerzas militares sudamericanas para la represión ideológica.
ZONA ZERO
El cruce de elecciones presidenciales en México y Estados Unidos en 2024, va a beneficiar a los mexicanos: los comicios aquí serán en junio de 2024, en tanto que en EU ocurrirá en noviembre de ese año; es decir, la recta final estadounidense tendrá lugar cuando en México exista ya presidente en funciones. El desplome electoral de Biden y el repunte republicano dibujan unas elecciones de incertidumbre. Los demócratas van a depender de un acuerdo migratorio con México para garantizar el voto hispano.