Columna: Seguridad y Defensa Carlos Ramírez seguridadydefensa@gmail.com
La estrategia de construcción de la paz está llevando al debate sobre la expansión de grupos delictivos, el escalamiento de violencia entre ellos en una guerra de posiciones territoriales y el surgimiento de grupos locales pequeños que están consolidando el dominio por la fuerza de comunidades.
El objetivo original era convertir a los grupos delictivos en garantes de la paz y la estabilidad en las comunidades, pero los liderazgos de estos grupos no han mostrado sensibilidad ni deseos de pacificar territorios, sino que han aumentado su actividad delictiva afectando la vida cotidiana de los ciudadanos.
Los casos en Nuevo Laredo, San Cristóbal de las Casas, Aguililla y Culiacán, los vídeos de caravanas de delincuentes armados que se cruzan con fuerzas de seguridad y las revelaciones de extorsiones y cobros de derechos de piso que han afectado la actividad productiva en municipios deben conducir a una evaluación crítica de la estrategia y a la conclusión de que los grupos criminales carecen de liderazgos que entiendan la lógica de las nuevas relaciones con el Estado.
El seguimiento minucioso de los actos de violencia ha localizado ya las zonas en situación de emergencia y la información presidencial de que 75% de los homicidios dolosos han afectado a las bandas y no a la sociedad serían algunos de los datos que debieran consolidarse para regresar en algunas zonas a la reactivación de la autoridad del Estado para impedir la atomización de los grupos delictivos.
El seguimiento gubernamental de la inseguridad es minucioso y tiene detectados con claridad las zonas calientes de violencia delictiva, pero es urgente la instrumentación de programas selectivos de persecución policíaca y de procesamiento judicial para no dejar la impresión de que el vacío provocado por una estrategia se ha ocupado por la multiplicación de pequeñas bandas ajenas a la dependencia de los grandes cárteles.
ZONA ZERO
La crisis de seguridad en San Cristóbal de las Casas por la aparición de miembros de un grupo armado fue una llamada de atención al Estado en sus tres niveles de Gobierno para ampliar la presencia y accionar de las fuerzas de seguridad en contra de delincuentes que aprovechan la fase disuasiva de la estrategia de seguridad. A la existencia de nueve cárteles poderosos se están sumando decenas de pequeñas bandas que se dedican a los delitos que afectan la vida cotidiana de los ciudadanos. En seguridad no hay vacíos.