Columna: Seguridad y Defensa Carlos Ramírez seguridadydefensa@gmail.com
Todo el peso del aparato de propaganda estadounidense se ha volcado contra México para denunciar violencia de cárteles e inseguridad que pone en riesgo a los turistas americanos. Sin embargo, Estados Unidos sigue sin entender y México continúa sin enfatizarlo, que la demanda de droga de los adictos estadounidenses es la responsable de la delincuencia en México.
En términos oficiales, en EU se reconoce un rango de adictos de 10% de la población, algo así como 32 millones de personas, suficientes para propiciar la multiplicación de la oferta. Pero datos no oficiales ni contabilizados estarían señalando la posibilidad de que la demanda de drogas en Estados Unidos alcance a la mitad de la población.
Al pánico despertado por el Departamento de Estado y el embajador Ken Salazar en modo John Gavin se agrega el último reporte -peor: los últimos reportes anuales- de la DEA que revela que los nueve cárteles mexicanos tienen el control del contrabando de droga proveniente del sur del río Bravo, de la distribución en todo el territorio estadounidense y de la venta al menudeo en las calles de más de 3 mil ciudades estadounidenses y que nadie los combate o les impide desarrollar un negocio que solo pudo ser instalado con la complicidad de las autoridades americanas.
El mapa de la DEA donde identifican las zonas de distribución al menudeo de drogas señala que 85% de los estados de Estados Unidos es territorio del narcotráfico dominado por los cárteles mexicanos y que el modelo de respeto a los derechos humanos y al derecho ciudadano de consumir lo que le venga en gana ha ido aumentando la demanda de droga. La cifra es oficial: en el último año han fallecido más de 120 mil estadounidenses por sobredosis de fentanilo, pero dando a entender que el consumo es mucho mayor. De ahí que Estados Unidos debe ver primero a su interior para explicar el narcotráfico en México.
ZONA ZERO
La violencia delictiva tiene dos variables: la disputa entre grandes bandas por el control de narcoterritorios y la multiplicación de organizaciones pequeñas delictivas sin vinculación al narco que han aprovechado el vacío en el ejercicio de la fuerza institucional del Estado contra la inseguridad para tomar el control de agresiones contra ciudadanos. Lo que abandona el Estado por razones de estrategia es ocupado por la delincuencia