Cifras poco creíbles, interpretaciones tendenciosas y datos imprecisos hacen más complejo enfrentar la COVID-19. ¿Qué información falta y cómo entender las estadísticas? Experto de la Universidad de Oxford da respuestas.
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“Sólo vamos a poder contener la pandemia si hay un cambio radical de comportamiento, tanto individual como colectivo. Y sin datos ni difusión de ciencia esto es imposible”, recalca el economista colombiano Esteban Ortiz-Ospina, en entrevista con DW.
El académico es uno de los fundadores, junto con Max Roser, de Our World in Data (OWID) , un proyecto de estadísticas e investigación de un grupo de investigadores y programadores de la Universidad de Oxford, que aborda la COVID-19, y que hoy recibe hasta un millón de visitantes diarios.
En opinión del experto, el coronavirus golpea al mundo con una magnitud y velocidad nunca vistas. “Hay demanda por información, pero un vacío entre la academia y el debate público. Hay mucho en juego, temores y muchos incentivos para manipular. Los datos, de los que se nutren los modelos epidemiológicos e informan los cambios en política, son indispensables”, señala.
Poniendo los datos en contexto
A diferencia de recopiladores como la Universidad Johns Hopkins, Worldometer y el Centro Europeo de Prevención y Control de Enfermedades (ECDC), OWID pone los datos de casos, muertes, test y riesgo de mortalidad en contexto, con numerosos gráficos desde diferentes perspectivas y relaciones entre sí, por región o países, que ayudan a dimensionar la evolución de la pandemia. Para ello usa cifras recogidas por el ECDC y hace un barrido de fuentes oficiales por país.
También plasma en gráficas las medidas de los gobiernos, como cuarentena, cierre de escuelas, lugares de trabajo y suspensión de eventos públicos, basándose en datos recopilados por la Escuela de Gobierno de Oxford. “Los expertos necesitan entender cómo estas medidas cambian la realidad de los países, tanto desde un punto de vista descriptivo, para saber quién hace qué, como de inferencia, con ayuda de modelos epidemiológicos”, dice Ortiz-Ospina.
“Los modelos epidemiológicos de los expertos se nutren de datos. Es necesario que los epidemiólogos y el público en general tengan acceso a la misma información para ir calibrando y tomando decisiones; pero los datos sin contexto no son informativos”, subraya el economista.
Interpretación en contexto: no sólo cifras acumuladas
Uno de los primeros obstáculos es que no hay protocolos estandarizados para recoger, procesar y reportar datos, observa Ortiz-Ospina. “La OMS está haciendo un esfuerzo, pero no ha podido asumir del todo su mandato en este tema y ha estado desbordada. Con frecuencia los países enfrentan limitaciones técnicas y los incentivos políticos afectan también el proceso”, observa el economista.
Junto con datos acumulados es básico conocer las tasas por población. Sin embargo, no es lo único importante. “La epidemia llegó en momentos diferentes a cada país. Para comprender su magnitud, en vez de reportar en días calendario podemos alinear las series en función del número de días desde que el brote tomó impulso, según cierto número de casos o muertes”, propone el experto.
Este fenómeno experimenta cambios acelerados, por lo que el factor tiempo es clave en el análisis: pensar en tasas de crecimiento, en velocidades y no en niveles, explica Ortiz-Ospina: “en medio de la volatilidad de los reportes diarios o el acumulado total, la tendencia de la última semana es más informativa. Así podemos entender mejor la dirección en la que están cambiando las cosas”.
También el total de tests es poco informativo. Si un país testea sólo a quienes tienen síntomas, la fracción de positivos será muy alta. Es importante contrastar el total de pruebas con los casos confirmados -el porcentaje de positivos- y también a la inversa, cuántos exámenes por caso, todo esto en el contexto de su evolución en el tiempo.
Obsesión por los rankings, instrumentalización y escrutinio público
“Un problema actual es la obsesión por los rankings entre países, que no va más allá del ruido político y de las percepciones. Además, es desacertado, porque los datos no son suficientemente precisos y hay muchas diferencias metodológicas en la forma como se recogen”, apunta Ortiz-Ospina.
El experto reconoce que es un tema sensible, que puede ser instrumentalizado políticamente y aclara: “los números son el resultado de una combinación de factores y no sólo un puntaje en una escala única de competencia entre países. Lo importante no es sólo el número de tests, por ejemplo, sino el momento en que se hacen”, aclara.
Cuando Donald Trump quiso destacar el alto número de tests totales realizados en su país, mostró una gráfica de OWID, “pero esto sólo nos dice una parte de la historia. También hay que ver cuál es la tasa por población, por casos positivos y cuándo se hicieron las pruebas. En Corea del Sur se hicieron menos pruebas, comparado con otros países, pero empezaron muy temprano y eso permitió aislar y llevar la trayectoria epidemiológica”, explica el investigador.
Los datos, públicos y abiertos, son el mejor argumento para aclarar la situación, postula. De hecho, políticos y periodistas usaron también gráficos de OWID, que mostraban contexto y evolución, para contradecir a Trump.
América Latina: falta de datos y problemas de reporte
Mejorar el reporte estadístico y diferenciar los tipos de tests es una tarea pendiente en América Latina, donde hay una gran la variabilidad de métodos y estándares de reporte, indica el economista. “En Brasil, donde hay un problema muy grave, no tenemos reportes sistemáticos de tests, lo que hace muy difícil interpretar lo que está pasando y hacia donde se mueve la curva. No sabemos si los números de casos están radicalmente sesgados por falta de exámenes”.
En Ecuador, donde se registran altas tasas de mortalidad, el cambio en la forma en que se reportaban los datos -que arrojó en algún momento una curiosa reducción de casos- ha repercutido en las cifras y su interpretación. En Chile, intentaron declarar como contagiados solamente los casos con síntomas, o contabilizaron a los muertos como “recuperados”, pues según el ministro de salud ya no podían contagiar. En Colombia, en tanto, tras un inicio lento, hoy hay datos bastante completos, abiertos y periódicos, comparado con otros países.
Periodistas que analizan, contrastan, revelan y exigen transparencia
En la región, el periodismo ha cumplido un rol fundamental, recopilando información y exigiendo transparencia. En México, Azam Ahmed ha denunciado cifras ocultas, el venezolano Darvinson Rojas fue premiado por DW por su trabajo investigativo y la chilena Alejandra Matus ha revelado certificados de defunción de casos positivos, que no indican COVID-19 en la causa de muerte.
¿Cuán creíbles son las cifras oficiales? “Sin duda hay errores y no se puede descartar manipulación”, reconoce Ortiz-Ospina. OWID busca advertirlos con un sistema de filtros que detectan datos extraños o cambios inesperados en el reporte. “Pero no tenemos el mandato ni los recursos para hacer auditoría y verificar su veracidad. Nuestra arma es que, haciéndolos públicos, dando las fuentes y usando metodologías claras y transparentes, se crea un proceso de accountability, de control de la sociedad civil y del mundo académico, y así se reducen los errores y el potencial para manipular las cifras”, subraya.
“Pero aun en países como Estados Unidos, los datos oficiales son problemáticos y deficientes. Hoy la mejor fuente de datos es un proyecto de la sociedad civil, Covid Tracking Project”, dice el investigador colombiano.
Un tema pendiente es trasparentar las actuales tasas de mortalidad, pues no todos los casos de COVID-19 son registrados. “Hay datos preocupantes de Manaos, donde es muy evidente que hay exceso de mortalidad en el Amazonas y también en la provincia de Guayas, Ecuador, que es quizás el caso más dramático en el mundo”, dice Ortiz-Ospina.
Pero hasta ahora los datos oficiales no son públicos. “La OMS está empezando a trabajar en esto, pero es increíble que hoy sean los medios los que recopilan y publican estas cifras. Los mejores datos que hoy tenemos son del Economist, el Financial Times y el New York Times”, observa. Una de las prioridades de OWID es incorporar próximamente estas cifras por país, que ayudarán a aclarar el impacto real de la pandemia.