Lourdes Nuño salió un día a trabajar y ya no regresó a su hogar, ubicado en la zona Atenco, en el Estado de México. Ella es una de las 76 mil 431 personas que han desaparecido y no han sido localizadas en los últimos 11 años en el país.
Dicha cifra, representa 72% del total de reportes que hay desde 1964, que son 106 mil 215, de acuerdo al registro Nacional de Personas Desaparecidas y No localizadas (RNPDNO) de la Secretaría de Gobernación.
La tendencia al alza comenzó en 2015, pues según los datos ese año hubo cuatro mil 181 registros, mientras que para 2021 había 10 mil 401 registros.
Actualmente, son Jalisco, Tamaulipas, Sinaloa, Veracruz y Nuevo León, las entidades que presentan el mayor número de personas desaparecidas y no localizadas.
El fenómeno en el país es tal, que el 17 de mayo de 2022 la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, el Comité contra la Desaparición Forzada y el Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas o Involuntarias manifestaron una gran preocupación porque México había rebasado los 100 mil desaparecidos e instaron a las autoridades a esforzarse más para poner fin a estos atropellos, que siguen ocurriendo.
“Ningún esfuerzo debe escatimarse para poner fin a estas violaciones de derechos humanos y abusos de dimensión extraordinaria, así como para reivindicar los derechos de las víctimas a la verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición”, externó Michelle Bachelet en un comunicado.
En México hay decenas de historias como la de Lourdes, quien lleva ocho años desaparecida y cuya familia anhela saber qué fue de ella.
“Aún vivo con la esperanza de saber dónde está mi mamá, ya sea viva o muerta me gustaría, al menos, saber qué pasó con ella; es un martirio no saber qué fue de ella”, manifestó su hija Genoveva, quien tenía 15 años al momento en que su madre se esfumó.
AMEDRENTAMIENTO
Para Andrés Rincón, doctor en ciencias sociales y consultor en temas de violencia, en estos últimos 11 años el caso de desapariciones que más se ha visibilizado es el de los 43 normalistas de Ayotzinapa, debido al involucramiento de las fuerzas estatales en este flagelo.
Sin embargo, acotó que el fenómeno ya estaba “sensible” con casos como las desapariciones en Veracruz entre 2013 y 2016; o en Tamaulipas, donde también “se registraron algunos casos de desapariciones, en las que presuntamente participaron marinos”.
Entre las víctimas en Veracruz, externó, no sólo hubo personas de origen mexicano, lo que ocasionó que el caso tuviera mayor relevancia. Asimismo, Rincón mencionó que la delincuencia organizada empezó a hacer uso de la desaparición como una forma de victimización sistemática.
“Una de las organizaciones que puso un sello particular y amplio a esta forma de victimización fue a partir del año 2007 y se agudizó desde el 2010 tiene que ver sobre todo con Los Zetas; tienen una lógica muy particular de la utilización de la desaparición como una forma de acumulación, pero también como una forma de amedrentamiento contra distintos sectores poblacionales”, dijo el especialista en ciencias sociales. 24 HORAS/Marco Fragoso