El Independiente/Martha Aguilar
La “frontera abierta” de Biden costará a los contribuyentes de Nueva York unos 4.2 mil millones de dólares, cifra que se cubrirá hasta mediados de 2024, año electoral, estos costos de la inmigración ilegal masiva lo paga la base impositiva de ingresos medios y altos de las grandes ciudades, y lo malo es que esta base está disminuyendo. Esta situación no le importa a la administración Biden, y si se tiene que pagar, que por lo menos sea honesto y “diga cuánto costará la llegada de toda esa gente pobre del exterior”, dice Mark Krikorian director del Centro de Estudios sobre Inmigración. Mientras tanto, en Texas, las 91 millas de frontera con México se siguen “calentando” gracias a esa “invasión” masiva de ilegales.
En un artículo publicado en el New York Post, Mark Krikorian señala que esos 4.2 mil millones de dólares es el doble de la que había calculado el alcalde de la Gran Manzana, Eric Adams. Este enorme gasto no va a disminuir aun cuando la Casa Blanca decida hacer cumplir las leyes de migración, y esto se debe a que “millones ya están aquí”. El problema es ¿quién paga los costos de esta migración masiva? La ley que garantiza el derecho al asilo en Nueva York obliga a esta ciudad a dar albergue a los migrantes que llegan. El Centro de Estudios sobre Inmigración (CEI) calculó el impacto neto fiscal de por vida (impuestos pagados menos los servicios utilizados) por cada inmigrante ilegal, sin contar a sus hijos nacidos en Estados Unidos. En suma, el costo total de por vida para los contribuyentes neoyorquinos por cada inmigrante ilegal es de 80 mil dólares. Ahora bien, por orden de Biden, el departamento de Seguridad Nacional liberó en Estados Unidos a unos 2 millones de personas que cruzaron hasta ahora la frontera, por lo que el costo para los contribuyentes sería de unos 150 mil millones de dólares, según las cuentas del CEI. Si se toma en cuenta otro millón de personas que logró “escapar” de la Patrulla Fronteriza, el costo se eleva a poco más de 200 mil millones de dólares.
¿Por qué se elevan estos costos?, de acuerdo al CEI, esto se debe a que “las personas con menos (nivel) de educación, ya sea inmigrantes o nativos, ganan menos dinero y, por tanto, pagan menos impuestos, a la vez utilizan más los servicios financiados por el gobierno y pagados por los contribuyentes”. En una economía moderna, menos educación equivale a menos ingresos, y por tanto menores ingresos fiscales, eso sí, aumentan los servicios gubernamentales. Es por esto que las ciudades se preocupan por perder su base impositiva de ingresos medios y altos – los que pagan la mayor parte de los impuestos- y que no incluyen a los inmigrantes ilegales. Los activistas que hacen “grilla” en la política de migración del gobierno de Biden tienen aversión a aplicar la ley migratoria, y el “tsunami migratorio” ya tiene enormes costos, y si este es el precio que hay que pagar pues que así sea, es el costo de la “rectitud moral”. Y si la administración Biden desea que se pague este costo, entonces “tiene la obligación de decirnos cuánto costará”, señala Krikorian.
¿Hay frontera en Texas?
Mientras tanto, en Terrel, Texas un condado fronterizo con México muestra el reto sin fin que representa esa “invasión” procedente del sur del continente. Tan solo en 2022, en este condado fueron arrestados 7 mil 400 migrantes lo que significó un aumento del 540% en las capturas de ilegales desde 2020.
De acuerdo al alguacil Thadeus Cleveland, entrevistado por el New York Post, en 2022 se arrestaron nueve personas que cruzaron la frontera de manera ilegal por cada uno de los habitantes del condado de Terrel. La frontera es asediada todos los días por miles de personas que huyen de los Estados fracasados en América Central y América del Sur, y que para “pasar” contratan a los traficantes que operan a sus anchas y amplían sus rutas de contrabando de personas. Son 91 millas que están bajo “asedio” constante y el condado de Terrel solo cuenta con 50 elementos de la Patrulla Fronteriza, con apoyo de agentes federales y policías de Seguridad Pública del estado. La capacidad operativa está totalmente rebasada, indica el alguacil Cleveland quien ha pedido ayuda al gobernador de Texas, Greg Abbott. Explica que la zona es un terreno difícil con cañones, acantilados y muchos cactus, cualquiera pensaría que esta zona es difícil de cruzar, pero ¡sí lo hacen!! Todo esto tiene sus consecuencias fatales, en solo seis meses el condado registró la muerte de 17 migrantes cuando en años anteriores solo había uno o dos fallecimientos.
La vigilancia cuenta con torres de radares de alta tecnología equipados con cámaras que fueron colocadas por la Patrulla Fronteriza hace unos meses, sin embargo, los contrabandistas son más rápidos pues cuando llegan los oficiales a las zonas donde se detectaron las “filas” de migrantes, éstas ya se esfumaron por completo. De ahí que el condado de Terrel registró en 2022 unas 8 mil “escapadas” de migrantes que lograron cruzar con éxito y que los agentes no pudieron detener, aunque el alguacil Cleveland advierte que esta cifra “solo es una fracción del total… Cuando se tienen 91 millas de frontera, no sabemos todo lo que pasa ahí. Pero sí sabemos que hay muchos más y no podemos perseguirlos pues no tenemos suficiente personal para atraparlos”, dijo. Y este es solo un ejemplo, pues los puntos más calientes son la zona de El Paso al oeste, y Del Río al este, estas zonas llamaron mucho la atención en 2022 por la gran cantidad de migrantes que intentaron cruzar, en estos lugares la tensión es mucho mayor que en Terrel.
Otro de los puntos de cruce que se está calentando es la zona de Big Bend, Texas, un área que hasta hace poco se consideraba lejana y peligrosa, hoy los migrantes ya pasan por esta región, caminan por cuatro días hasta llegar a la interestatal 10. Este paso ya registró pérdidas económicas, el rancho local Cliff McMullan gastó 10 mil dólares para arreglar los destrozos que dejan los migrantes en sus 3,300 acres, de éstas hay 7 millas que se ubican en el Río Grande, sus dueños se quejan de los destrozos pues a veces cortan las líneas de agua y hay que repararlas. “Es necesario que vengan Kamala Harris y Joe Biden a recoger la basura que deja su gente… Es su culpa”, dicen.