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viernes 22 noviembre 2024

Miles de jóvenes en Yucatán, atrapados por el ”cristal”: ya es la droga más consumida

  • Miles de jóvenes yucatecos se han vuelto adictos a la metanfetamina, una peligrosa sustancia que provoca trastornos del comportamiento, paranoia, alucinaciones y delirios; que algunas veces los lleva a quitarse la vida

Miles de jóvenes yucatecos se encuentran atrapados en las intrincadas redes del cristal, una peligrosa y adictiva droga que provoca trastornos del comportamiento, paranoia, alucinaciones y delirios en los consumidores crónicos.

El cristal es la primera droga de impacto y la más consumida en Yucatán, luego del alcohol y la marihuana, sobre todo entre jóvenes del interior del Estado.

Es tan dañina que varios pescadores de Progreso, recientemente, bajo los influjos de esa droga, saltaron desesperados de su barco hacia el mar, donde se ahogaron, tratando de huir de alucinaciones y delirios de persecución.

En otros casos, esta condición mental orilla al adicto a quitarse la vida o a intentar matar a sus propios padres o hermanos. Reporteros de Central 9, la Unidad de Investigación Periodística de Grupo Megamedia, recorrieron varios municipios y colonias del sur de Mérida, durante cuatro semanas. Allí constataron la proliferación generalizada de la venta y consumo de cristal y recogieron las historias de muchas familias que viven un infierno a causa de la adicción de sus hijos.

“Mi hijo llegó a ser tan incontrolable, que tuve que mandarlo a amarrar para internarlo en un anexo”, dice Carmela Cocom Cabrera, de Acanceh.

Los anexos son lugares privados que ofrecen terapia de rehabilitación a cambio de una cuota de varios miles de pesos al mes. En los últimos años se han multiplicado por muchos lados, sin supervisión de las autoridades.

Yucatán vive un ”boom” de consumo del cristal

“En efecto, hay un boom en el consumo de cristal en el Estado, que crece sin control en todos los sectores sociales”, advierte el director del Centro de Integración Juvenil (CIJ), Víctor Roa Muñoz.

Esto se debe a varios factores, como el bajo precio de la droga, su efecto más potente respecto a otros enervantes, la facilidad para conseguirla y también, explica, a la pobreza, la marginación y la falta de oportunidades para los jóvenes, sobre todo en el interior del Estado, aunado a la descomposición del seno familiar.

“Aunque hay alternativas para la rehabilitación, ésta nunca es fácil, sobre todo si el adicto no acepta que tiene un problema y necesita ayuda para salir de él”, afirma Juan Luis García Torres, secretario del grupo Fraternidad de Drogadictos Anónimos A.C., uno de los pocos centros de rehabilitación supervisados por el gobierno, que funciona en el sur de la ciudad.

“Si él no quiere salir de las garras de la droga, ni el amor de su familia, ni todas las lágrimas de su madre lo harán por él”, dice.

¿Qué es la droga ”cristal” y cuáles son sus efectos?

El cristal es una variante de la metanfetamina, un estimulante sintético del sistema nervioso que, a su vez, es un derivado químico de la anfetamina. Esta droga aumenta la cantidad de dopamina en el cerebro, una sustancia que actúa como neurotransmisor y está relacionada con la experiencia del placer y la felicidad.

Su consumo aumenta la energía, alienta la actividad física y propicia un estado de euforia, una sensación placentera de bienestar y de locuacidad, además de disminuir el apetito y la necesidad de dormir. Sus efectos duran de seis a ocho horas.

Se le conoce como cristal porque tiene forma de vidrio o de piedra de color blanco cristalino. En otras zonas del país esta droga puede ser rosada o amarillenta y venderse también en pastillas, pero en Yucatán el cristal es casi siempre blanco, similar a la sal en grano, que se parte hasta quedar en polvo.

El cristal, peligroso por su fabricación casera

Es posible fabricarla en forma casera, a partir de varios productos químicos, incluyendo ácido muriático, y su precio promedio es de 50 pesos, por una bolsita con tres dosis.

Hay varias maneras de consumirla. Una es fumarla en pipas de vidrio o en focos, y otra es inhalarla por la nariz.

“Yo empecé con pipa de vidrio, pero conforme aumentó mi consumo la dejé por falta de dinero para comprarla, aunque busqué otras formas de fumarla”, relata F.D.R., un adicto entrevistado por Central 9, que pide guardar su identidad.

“Como muchos otros, se me ocurrió usar los focos de mi casa. Los bajaba, les arrancaba la pequeña lámina de metal de la parte de arriba y con un cortauñas les quitaba los restos de vidrio y alambres. Luego pulía con una lija el contorno del foco, para no cortarme al momento de ponérmelo en la boca y adentro del foco metía mi dosis de la droga, calentaba la parte de abajo con un encendedor e inhalaba el humo que salía”.

“Cuando mi papá preguntaba por la falta de focos, le decía: se fundieron y los tuve que tirar”.

Yucatán: ¿Dónde se consigue el ”cristal”?

De acuerdo con los datos recopilados por Central 9, la venta de cristal en Yucatán está por todos lados. “A la vuelta de la esquina de tu casa, principalmente en los pueblos, hay un vendedor, aunque parezca difícil de creer”, afirma José Daniel Camargo Aguilar, un exadicto al crack y al cristal.

“Esta droga está en todas partes y es fácil conseguirla en las salidas de las escuelas, en tienditas, parques, mercados y con vendedores de drogas a domicilio. También por medio de una llamada de celular, por WhatsApp o en grupos de Facebook”.

L.U.D., otro adicto entrevistado por Central 9, cuenta que en Facebook “vi varias páginas dedicadas a la compra y venta de cristal. Algunas eran de grupos cerrados, hasta con candadito y todo, para que no cualquiera pudiera ver lo que vendían. A ellas solo podías entrar con autorización, pero yo pude visitar otras más abiertas a las que entrabas fácilmente y conseguías de todo”.

Según Roa Muñoz, en Yucatán, como en el resto del país, hay un consumo de cristal generalizado, constante, acelerado y sin control, sobre todo en los últimos años. Señala que en 2020, el 21% de los pacientes atendidos en el CIJ de Mérida llegó por consumo de cristal. En 2021, el porcentaje subió a 42% y en 2022, a 58%.

Por su parte, García Torres dice que en el albergue de Drogadictos Anónimos, que atiende a 82 personas, el 80% de ellas son adictos al cristal.

Retroceso del crack

Un informe del Sistema de Vigilancia Epidemiológica de la Secretaría de Salud del gobierno federal, de 2021, afirma que la principal droga de impacto en Yucatán ese año entre las personas que acudieron a los Centros de Tratamiento No Gubernamentales fue el cristal, con el 46.6% de todas las solicitudes de ayuda. En segundo lugar quedó el alcohol, con 20.4%.

La droga de impacto es la que motiva al adicto a buscar rehabilitación, por la capacidad que ésta tiene de producirle efectos negativos.

De acuerdo con García Torres, el crack era la droga de impacto en Drogadictos Anónimos hace ochos años. Ahora es el cristal, entre otros motivos, dice, por su bajo precio y su efecto más potente, pero también, como sucede con todas las drogas, porque es parte de una moda que llega con los cambios generacionales.

En 2004 el CIJ registró un boom en el consumo de crack en Yucatán, informa Roa Muñoz. “Éste se extendió hasta 2019 y a partir de entonces empezó a disminuir su uso, mientras el cristal ganó terreno hasta consolidarse en los últimos años”.

Niños adictos en Yucatán

En 2016 las personas que llegaban a Drogadictos Anónimos todavía tenían al crack como droga de impacto, además de consumir marihuana y pastillas, como el clonazepam, pero fue hace cuatro o cinco años que empezamos a detectar el crecimiento del consumo de cristal, dice el presidente del grupo Fraternidad, Antonio Morales Gómez.

Según García Torres, no hay una edad promedio para iniciarse en la adicción a esta droga. “En las solicitudes de ayuda que recibimos hay gente de todas las edades, desde mayores de 15 años, incluso personas de 30 y más, hasta niños de 10 a 12 años”.

Central 9 detectó que la mayoría de los consumidores son del interior del Estado, principalmente en municipios del Sur, como Oxkutzcab, Tekax, Ticul y Muna; del Oriente, como Tizimín, Valladolid, Buctzotz y Temax y también en Motul, Progreso, Seyé, Acanceh, Kanasín, Teabo y parte de Mérida.      Diario de Yucatán/Hernán Casares

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