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viernes 6 diciembre 2024

Debatir lo esencial

Columna: Seguridad y Defensa   Carlos Ramírez   @carlosramirezh / seguridadydefensa@gmail.com

Con el inicio del año se abrió también el gran debate central del tema de la seguridad: la adscripción de la Guardia Nacional al área civil de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana federal o al área militar de la Secretaría de la Defensa Nacional.

El tema no es menor, pero se cometería el error estratégico de desviar la atención hacia el espacio de lo que se ha conceptualizado como militarización, es decir, la participación de las fuerzas armadas en actividades más acá de la seguridad nacional que protege las fronteras de agresiones extranjeras.

La Guardia, en efecto, nació para sustituir a la Policía Federal, pero en un contexto mucho más amplio que no se quiere discutir: la configuración, capacidad bélica y activismo violento de las bandas delictivas, que ya no están sólo delinquiendo contra la ciudadanía, sino que han llegado ya al territorio de la seguridad interior, es decir, capturando instituciones, territorios y espacios sociales de soberanía absoluta del Estado.

Ahí se encuentra el problema central y por tanto ahí se debe debatir qué tipo de enfoque de seguridad debe tener la lucha contra la delincuencia: si sólo como seguridad pública que percibe a los delincuentes como carteristas o como seguridad interior en tanto que las bandas delictivas están desplazando la soberanía del Estado sobre territorios, estructuras de Gobierno y espacios sociales.

Los temores sobre posibles abusos en violación de derechos humanos han sido el menor de los problemas en los tiempos de funcionamiento de la Guardia Nacional porque existen mecanismos de control, pero sobre todo ha habido la capacitación de los guardias para alejarse de cualquier abuso de autoridad.

La decisión que se tome sobre la adscripción civil o militar de la Guardia Nacional determinará los espacios de viabilidad o limitación del Estado en la lucha contra la delincuencia y la inseguridad.

ZONA ZERO

La encuesta del Inegi sobre las percepciones de inseguridad en el trimestre de septiembre-diciembre de 2023 revela una disminución de las preocupaciones sociales: el índice bajó de 61.4 por ciento a 59.1 por ciento, manteniendo un aumento en las expectativas sociales favorables a las políticas de seguridad. Si se cruza este dato con la información de repunte en homicidios dolosos, podría percibirse que la sociedad ya no ve esa violencia en su contra sino como parte de las luchas entre las bandas criminales.

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