Columna: Seguridad y Defensa Carlos Ramírez
@carlosramirezh / seguridadydefensa@gmail.com
La crisis de seguridad pública en modo de seguridad interior está permeando a candidatos, partidos, Gobierno y sociedad, pero sin que exista antes un diagnóstico real del problema y después no se presenten los diferentes caminos para enfrentar las percepciones y realidades de la delincuencia actuante.
En los dos primeros debates de candidatas y candidato presidenciales, la inseguridad estuvo presente más como argumento vulgar de campaña que con la seriedad que ameritaba el caso por la afectación de la violencia en la sociedad y por el temor fundado de que el crimen organizado pudiera estar interviniendo de alguna o muchas maneras en el proceso electoral masivo del próximo 2 de junio.
El tono de las campañas se ha salido del análisis de la realidad y por lo tanto el tercer debate tocará en modo de histeria la crisis de seguridad, sobre todo porque la candidata opositora Xóchitl Gálvez Ruiz está basando su campaña en demostrar ineficiencias gubernamentales, pero sin presentar opciones reales para los problemas debatidos.
La campaña entró en el último mes decisivo y rumbo al tercer debate y el tema central es precisamente el de la inseguridad, sobre todo con el dato que no se debe desdeñar de que la última encuesta de percepciones de temores ciudadanos sobre la delincuencia del Inegi tuvo un repunte en el primer trimestre de 2024.
Será ingenuo suponer que los discursos de campañas y el debate pudieran ser un análisis sereno del problema, pero en el fondo se estará revelando el peor indicio del grado en que se encuentra la inseguridad pública en modo de seguridad interior: funcionarios e instituciones de Gobierno carecen de un diagnóstico real de la dimensión de la inseguridad y por tanto no podrán presentar propuestas sensatas y eficaces para contener el avance de la delincuencia en la República.
ZONA ZERO
La sociedad tendrá que pagar también su cuota: Morena ganó gubernaturas en plazas sobrecalentadas por la delincuencia, pero sin que sus candidatos presentaran propuestas concretas para combatir la inseguridad; es decir, votaron por el apoyo del presidente López Obrador a los candidatos y ahora muchas de esas entidades están ahogadas en actividades delictivas que están rebasando la capacidad de gestión de las oficinas públicas de seguridad. El debate presidencial sobre seguridad será escandaloso, pero no dará pistas sobre cómo resolver el problema de la delincuencia.