Hábitat Alejandro Ramos Magaña
En Isla Mujeres se las han ingeniado para comprar inconciencias, sobornar personajes y llevar adelante un fraude monumental en contra del patrimonio del reconocido buzo mexicano.
Ramón Bravo, nuestro gran mexicano oceanógrafo, inició la cátedra submarina cuando nos sumergió sin jaula en el océano con su cámara para nadar con tiburones y orcas, estudiando sus costumbres y comportamientos. Imaginemos que en 1979 decidió vivir y hacer su casa en una bellísima isla del Caribe, Isla Mujeres, Quintana Roo, paralelamente se hizo del mito (hasta entonces difundido por los científicos) afirmando que los tiburones nunca duermen porque deben estar siempre en movimiento por no tener vejiga natatoria.
Pero Ramón con su amigo y compañero “Válvula” pudo fotografiar y filmar las cuevas caribeñas submarinas donde sí duermen y lo hacen a placer y sueñan. Con su cámara nos lleva donde los tiburones sueñan y nos deja ver sus sueños, otra dimensión de la vida, con esa gran sencillez armoniosa con la naturaleza y puesta en poesía: “Más allá de todas las cosas está el mar”; sueños de tiburones interpretados en la parte científica por la doctora Eugenie Clark, miembro de Scripps Institution of Oceanography de La Joya, California, y su explicación científica: “Gracias a su posición estática frente a la corriente, los depredadores permanecen inmóviles y prácticamente drogados, porque cuando el agua corría a través de sus branquias y tomaban el oxígeno necesario para su proceso respiratorio sin la necesidad de moverse, el agua salada se mezclaba con el agua dulce proveniente de la Península de Yucatán produciendo un campo electromagnético en el agua…”.
Así se desató el otro gran mito: él mismo, un ser extraordinario que inspiraba gran admiración y estima en todo el planeta; dando a conocer el paraíso submarino nos enseñó a mirar sus ecosistemas, y a valorar con anticipación lo que por millones de años se formó y representa la gran riqueza natural, el capital natural de México; ahora saqueado y atacado, como han sido destruidos su casa, los lugares donde estudió, escribió e inspiró a muchos discípulos que decidieron estudiar profesionalmente buceo, fotografía marina, biología marina, oceanografía y ciencias del mar.
Por su trabajo y su gran obra como el mar de fondo que es, ese gran oleaje que atrajo al Oceanógrafo conocido en el mundo, el Comandante Jacques Cousteau, su hijo Philippe y los buzos del buque Calypso lo siguieron a las cuevas que rodean Isla Mujeres, donde Ramón los llevó como guía y camarógrafo a conocer los tiburones dormidos, y filmaron el documental Los tiburones dormidos de Yucatán.
La gran historia de su vida sigue siendo muy didáctica, por ello vale la pena saber que ahí donde ocurrieron estas maravillas, los “tiburones” inmobiliarios de Quintana Roo, una mafia enquistada en la entidad, se inspiraron para hacer un fraude monumental, y despojar a sus herederos con las trampas más burdas.
Es increíble, pero mientras en el mundo siguen reconociendo su figura, su ejemplo, sus estudios, sus reportajes, sus libros, sus documentales, lo recuerdan con cariño fraterno y lo extrañan –porque no es lo mismo visitar Quintana Roo cuando ya no pueden compartir con él su sabiduría–, en Isla Mujeres se las han ingeniado para comprar inconciencias, sobornar personajes y llevar adelante la maquinación de delitos graves sin pudor alguno para contratar abogados que causan el mayor desprestigio como Rafael Ermilo Colonia Lizama –según me comentan pobladores de la región–, quien se hizo cargo de falsificar poderes y documentos presentados ante autoridades del poder judicial que le facilitaron el camino para adjudicarse los terrenos, simulando una historia jurídica que habla de cómo es hoy México, en esa entidad donde roban a marchas forzadas para destruir ese paraíso del caribe en Isla Mujeres. Así el tamaño de la impunidad.
Copias de las actas notariales donde los herederos del patrimonio de Ramón Bravo Prieto ceden sus derechos inmobiliarios.
Tan increíble como haberse basado en la simulación de que habían acudido a Cancún a la Notaría 10 del Estado, los herederos en el año 2018 a cederle todos sus derechos a Colonia Lizama, ante la muy lastimosa fe del Notario Público, Francisco Edmundo Lechón Rosas. Estos hechos han causado gran revuelo en todo el país, ya que la historia es cada vez más conocida y sorprendente, porque también “compareció” Ruth Ivonne Bravo Ruiz, ¡una hija del buzo que murió en la Ciudad de México en el año 2014!, y así con las complicidades muy bien concatenadas entre profesionales del derecho, autoridades y una empresa inmobiliaria que dice haber comprado de buena fe, revivieron a Ruth Ivonne y la hicieron comparecer en Cancún para defraudar y robar los terrenos de la sucesión Ramón Bravo Prieto.
Pero además, falsificaron las cesiones de derechos de los demás herederos, los cheques y recibos por dineros que son investigados ya por la Fiscalía de Justicia del Estado de Quintana Roo, de la cual el abogado Colonia Lizama pretende y se ha inscrito para ser titular de la institución por su “gran solvencia jurídica y moral”. Vaya forma de cinismo y de manchar la profesión del derecho con la corrupción. ¿Lo sabrán las autoridades del poder judicial y el propio gobernador de la entidad qué clase de abogado pretende procurar justicia?
La historia con su personaje Lechón Rosas involucra el parentesco de sobrino con el ex gobernador de Quintana Roo, Carlos Joaquín Coldwell, y la pregunta obligada: actúan con esa impunidad por la seguridad que se adjudican derivada de una relación familiar, o sólo porque tienen sus enlaces y contactos en una mafia tan puesta como obvia, pero que ahora también alcanza fama internacional, porque Ramón Bravo sigue siendo el buzo mexicano más reconocido y famoso en el mundo.
Esta historia aún no termina, la corrupción y la impunidad seguirán acompañando a personajes oscuros por los senderos de la peor historia de lo que pasa en el país.